viernes, 1 de enero de 2016

Lucha Libre Mexicana…. La mejor del mundo!!!


Por: Alberto Alejandro Meza

Saludos “Finisterrícolas”, es un placer estar aquí y ahora, iniciando un nuevo año escribiendo algo acerca de unas de nuestras líneas de investigación que manejamos en “La Finisterra”…
La Lucha Libre Mexicana.
“El deporte espectáculo”, “el arte del Pancracio”, “el deporte del costalazo”, en fin, son tan solo algunos de los nombres con los que nos referimos a “las luchas”.
El simple hecho de acudir a una arena de lucha libre es transportarse a un mundo fantástico, donde todo el ambiente y los personajes que son participes de éste, se vuelven un elemento fundamental para el desarrollo de ese mágico ritual llamado “Lucha libre”.
Desde el momento que el aficionado se acerca a las inmediaciones de una arena y ve el montón de gente caminando y curioseando, observa las mascaras, camisetas, figuras, cachuchas y gran variedad de artículos a la venta, se da cuenta que empieza a entrar en otra dimensión; adquiere un boleto y no puede faltar una revisada junto con una buena manoseada, quesque para verificar que no estés armado o introduzcas bebidas alcohólicas, el aficionado ya esta impaciente por ocupar su asiento. Al estar instalado, puedes ver y escuchar a los vendedores de tortas, chelas, refrescos, mascaras y todo tipo de botanas para alimentarse no muy sanamente mientras observas el desempeño de los modernos gladiadores. ¿y a quien demonios le importa si la alimentación es sana o no?
¡Estamos en las Luchas! Eso es lo que verdaderamente importa.
Por fin, empieza la música y las buenísimas edecanes que engalanan el evento bailando cadenciosamente; ¡Total! Un taco de ojo no le hace daño a nadie. La voz del anunciador nos indica que alguien esta a punto de aparecer por el pasillo y su descripción del luchador en turno mas bien parece la de un Dios, la de un ser superior que viene dispuesto a todo con tal de derrotar a su adversario, pero sobre todo lo que más desea es agradar al publico asistente, ya que sin publico no habría lucha libre.

La lucha libre mexicana como tal y el encuentro entre rudos y técnicos, no es otra cosa más que la fiel representación de la eterna lucha entre el bien y el mal, presente en todas las culturas milenarias de la humanidad.
Esta escenificación de buenos y malos, la cual siempre ha estado presente en diferentes disciplinas, relatos, medios y soportes, se sigue dando hasta hoy, donde los aficionados que acuden a las arenas van dispuestos a pasar un buen rato, a divertirse y a olvidarse durante algunas horas de las presiones cotidianas y de los chingaos problemas. Quien acude a las luchas, bien sabe que es un deporte donde se toma partido, decantándose por el técnico o por el rudo. Cuando los luchadores aparecen en escena, tanto los hombres y mujeres que están en la lona, como los que están en las gradas, sufren una transformación por el combate, los gritos de apoyo o descalificación se dan de acuerdo a lo que pasa en el ring.
Los técnicos, como se denomina a los luchadores que se desempeñan de acuerdo a las reglas, así como con una pulida elegancia en la aplicación de castigos y movimientos, son considerados los bienhechores, desde su imagen deben ser limpios, y su personalidad, seria y respetuosa, los avala. Contrariamente a los rudos, que se les identifica por sus artimañas utilizadas para vencer al rival haciendo caso omiso de las reglas, de accionar más grotesco y salvaje, de personalidad agresiva y grosera, pero no por ello sin carecer de técnica o del conocimiento del llaveo. Aunque sus nombres, equipos y personalidad denotan su carácter de rufianes.
Los limpios son los que reciben, en la mayoría de las ocasiones los aplausos y las ovaciones por sus perfectas ejecuciones. Los rudos son los odiados, los repudiados y abucheados, son los que se llevan las mentadas de madre, pero esta reacción del público hacia ellos es como un triunfo, ya que un buen rudo es el que se da a odiar y el que hace rabiar al espectador; y no en pocas ocasiones es ovacionado por sus canalladas.
La gente identifica a primera vista sobre el ring al rudo y al técnico. El rudo ignora los protocolos y hasta las mismas reglas, ataca al enemigo en turno y se dejan llevar por sus impulsos, mientras que el científico debe asumir el rol de la justicia, de lo bueno y de la rectitud arriba del encordado a pesar del abuso.

Cabe destacar que nuestra lucha libre posee un par de elementos muy propios y característicos, y que rudos y técnicos utilizan por igual y que con el paso del tiempo se han transformado en símbolos de poderío y supremacía: La mascara y la cabellera.
Son elementos de tal trascendencia, que se apuestan cuando una rivalidad ha llegado al límite. Ya sea una lucha máscara contra máscara, cabellera contra cabellera o máscara contra cabellera, resulta mas emocionante y mórbida que una encuentro normal sin nada de por medio o incluso más interesante que una lucha por un campeonato.

Poco a poco iremos adentrándonos en este mágico mundo, explicando como es que la lucha libre llega a nuestro país hace varias décadas y como es que se vuelve tan nuestra, seguiremos su desarrollo, que ya es parte de la historia de México, conoceremos a muchos de sus máximos exponentes y también conoceremos el porque surgen y se le da tanto valor a la mascara en la lucha mexicana.

Me despido por ahora, feliz de compartir éste espacio con ustedes e iniciando un nuevo año, y a la vez con sentimientos encontrados, ya que hace apenas unos días, el 16 de diciembre de 2015 falleció uno de las figuras mas grandes que ha dado la lucha libre mexicana: Lizmark “El Geniecillo Azul” a los 66 años de edad. Una gran perdida para la familia luchìstica, pero su legado perdurara; Descanse en paz.

Por ultimo y hablando de las luchas “máscara contra máscara” comparto la reseña de una de las màs significativas que se han dado hasta nuestros días. Espero que sea de su agrado.
7 de noviembre de 1952
“Santo vs Black Shadow”

Hasta la próxima,
¡Feliz año nuevo 2016!
y…
¡¡¡¡Arriba los rudooos!!!




THE BLACK SHADOW PERDIÓ SU INCÓGNITA”

Tomado de: Meráz, Leopoldo. Luna Cornea. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Número 27. 2004. Fragmentos de la nota periodística aparecida en la revista Clinch, num. 35, 15 de noviembre de 1952, pags. 29-32.


Black Shadow había perdido ya la lucha y el propio Santo quería quitarle la máscara. Blue Demon interviene. Hay un mare mágnum.
La lucha del viernes pasado en la arena Coliseo registró entrada récord en los anales, pero para el Santo sólo fue “una lucha más” y para The Black Shadow el derrumbe de la incógnita. El morbo del juego de máscaras que dos tipos han hechos célebres –clásico Juan Pérez en la vida real- congregó a una clientela sedienta de fuertes emociones, esperando ver algo insólito y el vaticinio general se cumplió.
El Santo fue un demonio en el final. No hubo nada raro. El Santo varias veces había expuesto la máscara de plata y la había conservado porque es coloso en estos choques, y aunque en esta vez The Black Shadow estuvo a la altura del titán, sus esfuerzos se estrellaron ante el hombre de más experiencia.

¿Fue esta lucha histórica?
Desde el punto de vista del gran número de espectadores, pasa la batalla como una de las más interesantes. En la Coliseo se apretujaron más de doce mil almas –como sardinas en lata- y en los aparatos de televisión el número fue fantástico. Por lo demás, la contienda sólo tuvo de notable la tercera caída que fue muy reñida.
Cuando las tres palmadas del réferi decretaron la derrota de The Black Shadow, el Santo emergió poderoso en un clima de interés que reinaba en la Coliseo por ver sin capucha a Shadow.
El Santo tuvo hasta la gitanería de querer ser quién le desamarrara el manto, pero Blue Demon “repelió” el ataque. Insistió el Santo y The Black Shadow golpeó al enemigo y lo hecho fuera del ring. Después con una elegancia de ceremonia la máscara cayó y la cara presentó un aspecto joven, abundante cabellera negra, espesas cejas, facciones toscas y mirada profunda. Es de León, Guanajuato, y su nombre es: Alejandro Cruz (¡Qué descubrimiento!).
The Black Shadow fue el primero que hizo su aparición en el ring. Lució la bata negra con destellos de color solferino y la interrogación que lucía en la espalda parecía la tragedia. Le acompañaba en calidad de second su hermano The Blue Demon. Después hizo su entrada El Santo, todo de plata “envolviendo con su personalidad el ambiente” ayudado por Dick Medrano.
El combate empezó limpio, pero después se volvió explosivo. El Santo al final le ganó el acto tirándole fuera del ring, azotándole contra los soportes de las cuerdas y le recibía con topes. El castigo fue intenso. El árbitro Urdí Blancarte acabó contándole los tres segundos.
Blue Demon desesperado en el intermedio, dio vida a su hermano y aunque para la segunda caída el Santo dominó en un principio, “el gladiador de chicle” respondió con golpes y le colocó un tirabuzón que aguantó el Santo estoicamente. Siguió la pelea con dominio alterno, hubo cambios de golpes, pero The Black Shadow se veía más entero, con más elasticidad, y en cambio, el Santo acusaba los efectos del tirabuzón. Le dio unos topes el Santo en un momento, pero Black lo levantó en un azotón de órdago. Intentó el Santo ligar un rally y al correr éste en busca de su enemigo The Black Shadow se tendió e hizo irrupción majestuosamente; ¡El tope de propulsión!, dejando tendido al Santo “frío como muerto”.

El drama necesariamente tenía que ser en tres caídas.
La tercera caída fue la mejor. Se luchó denodadamente y las llaves fueron de muerte. Resistieron tanto que parecía que el cuerpo estaba envuelto en traje de granito de cada uno de los contendientes. Un cangrejo parecía dejar sin espina dorsal a el Santo, y The Black Shadow insistía fuertemente. El Santo aplicó la llave que inventó Gori Guerrero “a caballo”, pero que Black quebró para dar margen a una angustiosa competencia.
El mismo Black después se refugió en las cuerdas ante el cangrejo del Santo, y hubo topes y golpes, una salida del ring de Shadow al fallar el tope de propulsión, que volvió hasta la cuenta de dieciocho y dictaminó su derrota. El Santo vio la oportunidad y propinó golpes a granel, luego unas tijeras voladoras de antología y una “rana” de lo más perfecta y espectacular.
Urdí Blancarte contó los tres segundos. Y el Santo conservó su misterio denso de más de diez años, mientras The Black Shadow corría el velo desdoblando su personalidad para dar así nacimiento al gladiador Alejandro Cruz, de León, Guanajuato…
La velada fue completísima, y la gente salió hablando de quién es The Black Shadow, mientras el Santo continúa conservando su incógnita, “símbolo de misterio y admiración”.




No hay comentarios:

Publicar un comentario