viernes, 22 de enero de 2016

La lucha libre profesional en México y Salvador Lutteroth González.



Por: Alberto Alejandro Meza.


Pues ya es viernes y hoy le toca a la lucha libre. Es un placer saludarlos nuevamente y de igual forma un gusto seguir escribiendo acerca del rudo deporte de las máscaras y las cabelleras. Ya he comentado el porqué el simple hecho de asistir a las luchas nos transporta a un mundo distinto y distante, a un mundo mágico, donde dioses, guerreros, seres de ultratumba, entes celestiales, criaturas mitológicas, animales, fuerzas de la naturaleza y cuerpos del cosmos se materializan arriba de un ring y se enfrentan entre si para demostrarle a sus contrincantes y sobre todo al aficionado quien es el mejor.

Técnicos y rudos, mascaras y cabelleras, llaves y contrallaves, lances espectaculares y hasta suicidas… La eterna lucha entre el bien y el mal sigue vigente hasta nuestros días arriba del encordado de 6 x 6.
De igual manera ya he platicado porque la lucha libre mexicana es realidad y fantasía a la vez… realidad por los extenuantes y agotadores entrenamientos que debe de tener cómo preparación un luchador profesional y fantasía para desarrollar una doble personalidad y tener una capacidad histriónica impecable para dar vida a un personaje que se enfrentara no sólo a sus rivales en turno, también a un publico conocedor y exigente que lo aplaudirá o que le mentara la madre si desempeña bien su trabajo arriba del cuadrilátero.

Ya hemos viajado al pasado, a la Grecia antigua, cuando se luchaba encuerado, cuando Platón era luchador, ahora sabemos cómo la lucha fue adoptada y fusionada con otras culturas de antaño, “el principio de la no resistencia”, básico para la evolución y el entendimiento de la lucha libre del siglo XX y ahora sabemos cómo con el correr de los años la lucha llega a nuestro país y aquí se convierte en una gran atracción y un excelente negocio. Todos querían ver a los luchadores profesionales madrearse entre si y no a los pendejos del publico.

Es así que no podemos dejar de mencionar a un personaje muy importante dentro de la historia de la lucha libe de nuestro país: Salvador Lutteroth González.
A continuación su biografía y cómo profesionaliza la lucha libre.

En la década de los treinta surge la visión que conjunta el negocio con la seriedad de una empresa para que la lucha libre lograra su verdadero arraigo y constancia. El hecho implicó contratar y preparar a luchadores mexicanos, hacer programas combinándolos con extranjeros, convocar y organizar los primeros campeonatos nacionales para seguir con los mundiales, disputados por los atletas que se forjaban ya en territorio nacional. Es decir ya existían infinidad de cuestiones mercado lógicas necesarias par arrancar todo negocio, al principio fue un desmadre, pero todo se fue acomodando para dar paso al deporte-espectáculo.

Salvador Lutteroth González nació el 21 de marzo de 1897 en Colotlán, Jalisco. Llegó a la ciudad de México y se inscribió en la escuela Fray Bartolomé de las Casas en el año de 1907. Su padre muere el 16 de septiembre de 1910 y Lutteroth se vio obligado a buscar trabajo con sólo trece años de edad. (Muy chavo).
Su primer empleo lo obtuvo en un taller de rotograbado en donde trabajaba durante el período vacacional otorgado por la escuela, poco tiempo después a los 17 años de edad, se presentó ante el General de División Lorenzo Muñoz Merino, Jefe de la Escolta del General Álvaro Obregón; para ingresar al movimiento armado de la Revolución Mexicana. Tomó parte en varios combates, donde fue promovido de Subteniente a Teniente hasta llegar al grado de Capitán Segundo y en 1923, fue ascendido al grado de Capitán Primero.(Quien su hubiera imaginado que Lutteroth antes de entrar a la lucha libre anduvo en la lucha armada).

El 8 de abril de 1924 contrajo matrimonio con Armida Camou, y una vez casado, pidió licencia ilimitada con el ejército y desde 1924 a 1931 trabajó como inspector en Hacienda. Un hecho clave en su vida se da en 1929 cuando presenció un encuentro de lucha libre en el Liberty Hall en El Paso Texas y la imagen de uno de los gladiadores que tuvo oportunidad de ver quedó muy grabada en su memoria, fue la de un luchador griego llamado Gus Papas. (Pinche nombre cagado, pero a Lutteroth le gusto el quehacer luchìstico del gladiador del griego).

Para en 1931 vino un cese general de inspectores de Hacienda, es decir lo corrieron, por lo que tuvo que buscar nuevos horizontes para sus actividades y así decide establecer una fábrica de muebles donde obtuvo un capital para invertirlo después junto a Francisco Ahumada (otro importante personaje en esta historia), con quien crearía una empresa para implantar de manera constante la lucha libre en México.
En esos días la Arena Modelo se encontraba prácticamente desmantelada, Lutteroth se puso en contacto con Víctor Manuel Castillo que era el propietario de dicho local y logra que le rente el inmueble, el cual se tenía que remodelar casi en su totalidad.

Entonces llega la fecha que marcaría para siempre la el inicio de la historia de la lucha libre profesional en México:
El 21 de septiembre de 1933, las calles de Dr. Lucio y Dr. Lavista se convierten en la sede de la famosa Arena México, bautizada como “la catedral de la lucha libre”. En el programa inaugural se presentaron Yaqui Joe contra Bobby Sampson, Chino Achiú ante Ciclón Mc Key, Antonio Rubio era adversario de Jesús Castillo y Flamarion hacía frente a Pavia. (Cabe mencionar que la mayoría de los luchadores de aquellos días, no utilizaban una mascara y se presentaban con sus nombre reales o “de pila”).
Los mexicanos que participaron en ésta primera función habían salido de la escuela del profesor Gonzalo Avendaño, que se encontraba en el gimnasio de la misma arena. Por lo tanto la naciente Arena México ya contaba con un centro de entrenamiento para formar a sus futuros luchadores y por decirlo de alguna forma “Hechos en México”.

Poco después, Lutteroth ganó un premio de la Lotería Nacional, (suertudote el hombre).Dicho sorteo se efectuó coincidentemente cuando se celebraba el primer aniversario de la instauración de la lucha libre en México:

Durante la tarde 21 de septiembre de 1934, Salvador Lutteroth, compró el billete marcado con el número 4242, y en la noche al efectuarse el sorteo, el cachito que había adquirido, resultó con un premio de 40 mil pesos, mismos que sirvieron para invertir y dar más promoción a su empresa.
Diez años después de tener su primer recinto, Lutteroth emprendió la tarea de construir un espacio propio, La Arena Coliseo, inaugurada el 2 de abril de 1943 en la zona de los barrios de La Lagunilla y Tepito, colonias de gran tradición popular. Ubicada en la calle República del Perú, tiene aforo para ocho mil personas en un espacio de 1,130 metros cuadrados, el cual por su tipo de construcción y capacidad, se ganó el sobrenombre de Embudo Coliseino. Mientras que en la México se probaba el carisma y la capacidad del luchador, la Coliseo se convirtió en la denominada prueba de fuego de aceptación del público, ya que los gladiadores deben convencer a los numerosos aficionados originarios de los barrios más bravos de la capital mexicana. (Hasta la fecha eso sigue sucediendo, esta cabròn que la gente que asista a la Coliseo acepte a los luchadores novatos, por eso su preparación en el gimnasio y el desarrollo e interpretación de sus personajes tiene que ser cada día mejor).

Aquél 2 de abril del 43, la Coliseo abrió sus puertas con un espléndido cartel, en el que se dieron cita Carlos El Tarzàn López, quién luchó por el campeonato mundial de peso medio contra el Santo, encuentro en donde fue derrotado El Enmascarado de Plata en dos caídas al hilo (increíble pero cierto). Se enfrentaron también Bobby Arreola contra Black Guzmán (hermano mayor de El Santo)y Cow Boy Murphy se enfrentó a Jack O`brien.
La Arena Coliseo y sus ocho mil localidades en unos cuantos años fueron insuficientes, mucha gente quedó fuera en la lucha de máscaras entre Black Shadow y el Santo en 1952, por lo que se requirió pensar en un espacio más grande, es así como el día 7 de octubre de 1954 se despidió la antigua Arena México, iniciándose casi de manera inmediata las construcciones para dar vida a un local más grande, asentado en una superficie de 12,500 metros cuadrados y cuya capacidad seria de 17,678 aficionados, que a la que podemos asistir hoy en día.

El 27 de abril de 1956 se declaró inaugurada La Nueva Arena México en diarios de la época, la noticia se anunciaba así:
Por hoy se abrirán las puertas de la majestuosa Arena México, que será un motivo de orgullo para el México Deportivo… será uno de los mejores locales para espectáculos bajo techo que haya en el mundo entero. Con capacidad cercana a los 20, mil espectadores, La Nueva Arena México fue construida aprovechando los últimos adelantos técnicos en la materia y puede asegurarse que todas las localidades estarán aglomeradas”. ( Fragmento de la nota aparecida en el periódico Esto, el 27 de abril de 1956.)
En esta función intervinieron gladiadores de la talla del Santo, El Médico Asesino, Rolando Vera, Blue Demon, El Gladiador, Bobby Bonales, Gorilita Flores, etc.(y ya podemos observar que hay enmascarados).
En esta etapa, dejaron huella muchos luchadores como Cesáreo Manríquez, mejor conocido como El Médico Asesino, un gran y despiadado rudo que trascendió por su quehacer luchístico. Debutó con este nombre el 9 de febrero de 1952 haciendo equipo con Wolf Rubinski, derrotando a Enrique Llanes y a la Tonina Jackson, triunfo que lo convirtió en una estrella de la lucha libre televisada de 1952 a 1955.
El atuendo del Médico Asesino fue cambiando con el tiempo hasta llegar al de color blanco y con el que hizo importantes equipos con El Carnicero Butcher, El Espectro y El Bulldog.
El Médico Asesino también es recordado por ser el primer luchador que se hacía acompañar de una atractiva mujer arriba del ring: La enfermera del Médico Asesino, actuación que no era bien vista por algunos. Tiempo después la mujer, fue reemplazada por una nueva figura que acompañaría al Médico Asesino durante mucho tiempo: El Enfermero, con quien haría una famosa pareja” (Revista Grandes Figuras de la Lucha Libre, Número 8, febrero de 2008, página 42.)
Da inicio así a la época moderna de la lucha libre en México o también denominada época de oro, bajo la rúbrica de la Empresa Mexicana de Lucha Libre (EMLL). El auge que tuvo en ese momento fue impresionante y durante los años 60 y 70 surgieron infinidad de luchadores estrellas. Algunas de las figuras más sobresalientes en la Empresa Mexicana de Lucha Libre fueron: El Santo, Blue Demon, Black Shadow, El Médico Asesino, Murciélago Velázquez, Gori Guerrero, Tarzán López, Rayo de Jalisco, Los Hermanos Espanto, Huracán Ramírez, El Solitario, El Espectro, Dr. Wagner, Ángel Blanco, Ray Mendoza, Dorrell Dixon, El Enfermero, Jack O`Brien, Cavernario Galindo, etc.
La EMLL se distinguió porque cada uno de los gladiadores hacía gala de una excelente lucha técnica, o sea que eran unos chingones, dedicados siempre al perfeccionamiento en el rendimiento deportivo, que es parte de la tradición de la actual lucha libre de esta empresa que la llevó como monopolio luchístico hasta la década de los setenta.

Y bien, me parece que son los datos, la fechas y los nombres más importantes de este relato acerca de Salvador Lutteroth González y de cómo gracias a su visión emprendedora y al varo que invirtió, existe la lucha libre hasta nuestros días.
Espero haya sido de su agrado, ya que no podemos dejar de mencionar a éste ilustre personaje.

Ahora bien, seguiremos escarbando en la historia de la lucha libre mexicana, y es turno de indagar acerca de un elemento fundamental de nuestro “deporte del costalazo”, elemento de suma importancia y que sin él, nuestra lucha no sería la misma, es más, tal vez, sin su existencia y al gran valor simbólico que ha adquirido, la lucha libre en México ya hasta habría desaparecido: La Máscara.

¿Quiénes fueron los primeros enmascarados en México? ¿Por qué decidieron cubrir sus rostros para luchar? ¿Por qué adoptaron un sobrenombre al no mostrar su cara? ¿Qué hace que la máscara se vuelva tan importante y se apueste cuando una rivalidad llega al lìmite?
Las respuestas a estas interrogantes las conoceremos el próximo viernes, así que no se pierdan mi columna y por supuesto el contenido completo de “La Finisterra”.
Gracias por leerme y… ¡Arriba los rudos!






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