domingo, 21 de febrero de 2016

“The Gray Shadow”


Por. Alberto Alejandro Meza.

Pues ya es viernes y es turno del duro pero apasionante deporte de las máscaras y las cabelleras. Los saludo con el gusto de siempre, escribiendo y proporcionando datos acerca de la lucha libre mexicana. Las últimas columnas les he platicado cómo y porque se les da un valor tan grande y simbólico a las máscaras y cabelleras en la lucha en México.

Les platicaba que la máscara no surge en nuestro país y de que manera la vamos adoptando hasta volverla un elemento propio y fundamental para el desarrollo y la evolución del deporte del costalazo. Recordemos cómo es que los luchadores nacionales comienzan a enmascararse en la década de los 30`s, sin imaginarse el éxito, el misticismo, el misterio, el simbolismo y el poderío que portaban en esa prenda que cubría sus rostros.

Por aquellos días, tal vez nadie imaginaba lo que la máscara representaría con el paso de los años, tal vez los luchadores de antaño se ponían una “tapa”, por moda o porque algún cuate suyo les decía: “Usa máscara wey, estás bien feo y se siente chingón que nadie sepa quién eres”. En realidad no se sabe con certeza el porque proliferaron los enmascarados, pero, lo que si sabemos es que con el correr de los años la máscara se convirtió en un símbolo demasiado valioso, tan preciado, que en nuestro país surgen las luchas de “Máscara contra Máscara” y cómo es sabido el que resulta ser el perdedor de ese encuentro se despoja de su preciada prenda para dar a conocer su horrible rostro. No está de más decir que efectivamente si hay algunos cabrones que asustan al pinche miedo y no deberían perder la máscara jamás.


También les comentaba que bueno, se pierde la máscara ¿Y que sigue ahora? ¿Qué se apuesta en una lucha si ya no hay “tapa”? ¿La quincena? ¿Los tacos? ¿La esposa? ¿El celular? Que hueva ver una lucha de apuestas con lo anterior ¿no?
Es por ello que cuando ya no existe una máscara de por medio, queda el pelo, mejor conocido cómo La Cabellera en el lenguaje luchìstico. Es entonces cuando también se le da a la pinche greña un valor simbólico, tan grande cómo el de la máscara pero diferente a la vez. Ya que si se pierde la incógnita, si tiene que mostrar la cara, pero cuando se pierde el pelo, se tiene que sufrir la gran humillación de ser rapado en público.

Es así cómo máscara y cabellera se convierten en un par de elementos indispensables en la lucha libre mexicana y hay que recordar que para ser un figura reconocida no sólo hay que ser un buen luchador, con un excelente entrenamiento, manejo de cuerdas, conocedor del llaveo y contrallevo. No basta con ponerse un sobrenombre y una máscara o dejarse crecer el cabello y portar una melena al estilo de “El Rey León”.
Es necesario convertirse en otro ente, tomar un nombre de batalla que de paso a la aparición de un personaje en los encordados y a la existencia de dos personalidades que conviven en un solo ser humano, las cuales son mediadas por la máscara o la cabellera y el equipo (se denomina equipo al juego de botas, mallas, máscara, butargas y otros accesorios que el luchador usa para representar a su personaje).


Pues bien, después de éste pequeño resumen de máscaras y cabelleras, los invito a viajar al pasado nuevamente para hacer un recuento de las figuras enmascaradas de décadas pasadas.
En ésta ocasión les platicaré acerca de “The Gray Shadow”
Originalmente, éste luchador se presentaba sin máscara cómo muchos otros, se trataba de un peso completo ubicado en la década de los 40`s; su nombre era Daniel Aldana y luchaba en la Arena Coliseo con el pseudónimo de Mike Donelli.

Se cuenta que en febrero del año 1944 la Arena Coliseo lucía un espectacular lleno para ver a las figuras de aquellos días. En uno de los encuentros preliminares, Mike Donelli había luchado en contra de un wey llamado Steve Morgan.
Donelli, cansado, jadeante y sudoroso, se disponía a tomar una buena ducha, cuando notó que había mucha actividad en pasillos, colegas iban y venía y se podía ver que algo que no tenía nada que ver con lo que pasaba arriba del ring sucedía.

Cuenta la leyenda que el mismísimo Salvador Lutteroth rondaba los pasillos con cierta preocupación, a lo que Aldana (Donelli) le preguntó al jefe que pasaba, la respuesta de Don Salvador es que esa noche estaba planeado debutar a un nuevo enmascarado de nombre “The Gray Shadow”, pero el muy huevòn no había llegado aún a la arena.
Entones Aldana le propone a Lutteroth ponerse la máscara y subirse a luchar para no dejar al público con las ganas de ver al nuevo luchador enmascarado, Lutteroth lo dudó un poco ya que Aldana apenas había luchado unos minutos antes.

Pero cómo no había otra opción y el varo es el varo, el patrón acepto la propuesta de Aldana, le dieron la máscara y el atuendo del luchador ausente y gracias a ello nadie del público notó que el debutante “The Gray Shadow” y Mike Donelli eran la misma persona.
Es así cómo en una lucha recia y sin tregua, “The Gray Shadow” derrotó en tres caídas al “Lobo Negro”.
Aldana hizo un espléndido trabajo, no sólo en el plano luchìstico, ya que al ponerse la máscara y el equipo de otro luchador, se transformó en un ser distinto, rudísimo, sarcástico, marrullero y burlón, se ganó de inmediato el repudio y a la vez la admiración y el reconocimiento del público, y lo más importante, no defraudó la confianza de don Salvador Lutteroth.

Daniel Aldana, que usaba el mote de Mike Donelli no era ningún novato, ya llevaba algunos años dentro del “deporte del costalazo”, por lo general luchaba en las arenas pertenecientes al entonces circuito de la llamada “Empresa Mexicana de Lucha Libre”, pero siempre en las luchas preliminares, mejor conocidas cómo “las primeras” o “las luchas para calentar la lona”.

De manera fortuita le llega esa gran oportunidad de portar una máscara y un nombre de batalla nuevo para él, y cómo en aquellos días no había tanto pedo con aquello de los derechos de autor, Aldana se queda con la máscara, el equipo y el nombre del personaje.
Pero ¿Qué pasó con el verdadero “The Gray Shadow”? Aquél luchador que iba a debutar con ese nombre y que nunca llegó a la Coliseo.
Pues la neta nadie lo sabe, no se sabe quien chingados era, porque no llegó y porque nunca reclamó el nombre y la máscara. Ni modo, por no llegar le dieron baje con su “tapa” y se chingò por irresponsable.

Poco a poco el rostro y el nombre de Mike Donelli se fue olvidando entre los aficionados y “The Gray Shadow” iba adquiriendo popularidad gracias a su desenvolvimiento, a sus rudezas y por supuesto gracias a su excelente quehacer luchìstico.
Pronto Aldana, enmascarado, se encumbra y tiene la oportunidad de participar en las luchas estelares y enfrentarse a grandes figuras de la época, cómo Carlos “El Tarzán López” y Firpo Segura, a quienes les diò excelentes batallas.

Surgió pronto una gran rivalidad con Firpo Segura (que en década de los 30`s se desempeñó cómo boxeador, pero ahora le hacía a las llaves y los costalazos).
En una lucha de parejas, “The Gray Shadow” y Héctor “El Diablo” López, (otro rudazo bien culero) derrotaron y humillaron a “Dientes Hernández” y al ya Mencionado “Firpo Segura”.
Además de la derrota y la humillación, Hernández y Segura tuvieron que soportar los desplantes y las burlas de “Shadow”, situación que calentó más a Firpo, aumentando el odio y la rivalidad entre ambos.

Se tiene el dato que el 23 de abril de 1944 se diò el esperado mano a mano entre “Shadow” y Firpo, lucha recia, sucia, patadas, golpes bajos, etc. Donde las marrullerías y tonelaje de “Shadow” (Pesaba unos 100 kilitos nomás el cabrón) terminaron por imponerse al ídolo Firpo Segura.
Tiempo después se volvieron a encontrar sobre un ring, pero en ésta ocasión las cosas no serían favorables para “Shadow”; Firpo, recordando sus buenos tiempos de boxeador impactó de manera brutal su poderosa derecha en la quijada de su odiado rival, mandándolo a la lona y noqueándolo de inmediato. Por supuesto que fue descalificado y perdió la lucha, pero a Firpo no le importó, lo que él quería era dejar humillado a “Shadow”.

Cuando “The Gray Shadow” despertó y recordó lo que pasó creyó que ya era tiempo de terminar de una vez por todas con esa rivalidad, ese knock out, era lo más humillante y vergonzoso que le había sucedido en su carrera cómo luchador. Quería exponer su máscara y dejar pelón a Firpo Segura.
Lutteroth no estaba muy de acuerdo con una lucha máscara contra cabellera, creía que era demasiado pronto para finiquitar esa rivalidad, la bronca era que en donde quiera que se topaban “Shadow” y Firpo, ya sea arriba del encordado, en las oficinas y hasta en la calle se armaban los madrazos.
Fue el 8 de febrero de 1946 en otro salvaje uno a uno Firpo vence a “Shadow”, lo cuál hace encabronar aún más al segundo y lanza una vez más el reto de una lucha “Máscara contra Cabellera”.

El reto es aceptado y firmado y se lleva a cabo ésta esperada lucha el 22 de febrero de 1946 en la Majestuosa Arena Mèxico. Se cuenta que el réferi tomó partido y no dejó a “The Gray Shadow” utilizar toda su acostumbrada rudeza y al contrario, permitió a Firpo hacer gala de su repertorio boxístico para ponerle en su madre a “Shadow”.
Firpo Segura ganó el encuentro y por ende la máscara de su odiado rival.

Cómo ya era costumbre en éste tipo de combates, el ring de la Arena México se lleno de inmediato de un chingo de gente para conocer el rostro y el nombre del rudazo de los 100 kilos.
Ya menos apendejado por tanto madrazo, “The Gray Shadow” se despojaba de la incógnita, mostraba su cara y se descubrió que se trataba de un viejo conocido.
Daniel Aldana es mi nombre”, dijo “Antes luché con el nombre de Mike Donelli”, terminó.
Después de perder esa valiosa “tapa” que lo encumbró, Aldana siguió luchando, pero poco a poco fue perdiendo popularidad hasta desaparecer de los encordados.

Bien “Finisterrìcolas”, ésta es la historia de “The Gray Shadow”, uno de los grandes rudos enmascarados de la década de los 40`s y figura de la lucha libre mexicana. Que de manera fortuita obtiene una máscara y un nombre que lo convierten en un ídolo y que al perderla se desvanece de la escena luchìstica, pero su nombre y sus hazañas serán recordadas por haber sido un gran gladiador.

Espero hayan disfrutado la presente reseña y nos leemos la siguiente semana con más datos, nombres y máscaras del rudo deporte de las llaves y los lances espectaculares.

lunes, 15 de febrero de 2016

Evangelion, ésta semana en la FCPyS de la UNAM



Por. José Ángel Garfias Frías.

He visto con gran placer que el ciclo de mesas de análisis de animación para este semestre ha levantado el interes de diversos sectores del público conocedor. Evangelion fue en su momento, hace más de 20 años, todo un gran evento internacional que impactó a toda una generación de seguidores que de manera discreta se comenzaban a internar a esto que llamamos siglo XXI, en la época de los primeros usos y orígenes de muchas de las tecnologías que hoy nos dominan de manera omnipresente. Cabe recordar que 1995 es el año que Manuel Castells define como el del origen de Internet, aunque de manera arbitraria, pero también de manera coincidente con el acercamiento que gran parte de la población tuvo con esta nueva herramienta y también es el año de origen de Evangelion.

Evangelion sigue vigente con su Rebuild of Evangelion que se espera culmine éste año.

La mesa ha levantado muchas preguntas, he aquí la respuesta a cada una de ellas:

¿El evento tiene costo?
R. Es abierto a todo público, sin costo, sólo se recomienda llegar temprano unos cinco minutos antes de las 13:00 hrs.

¿Se otorgará constancia de asistencia?
R. Si, siempre y cuando asistan al menos a tres de las cuatro mesas que tenemos contempladas a lo largo de este semestre, una por cada mes. La programación ya la conocen, y la estaremos divulgando en la Finisterra. Durante las sesiones pasaremos una lista donde deben poner su nombre y un correo electrónico.

¿Yo no puedo asistir, se grabará el evento?
R. Si por supuesto, ésta y todas las mesas se grabarán y después subiremos el contenido al canal de you tube de La finisterra. https://www.youtube.com/channel/UCOu4wnRVSgDIhopZOpl8RYw Suscríbanse.

¿Qué temas se abordarán en la mesa?
R. A continuación se presenta una breve descripción del programa de la mesa de análisis de Evangelion.

Para los conocedores, es posible identificar a Evangelion como un anime de dos partes, la primera dedicada a la ficción y la acción de la trama en un mundo apocalíptico. Y la segunda parte dedicada a la exploración interna de los personajes.

Los primeros cuatro temas de la ficción son:

1. IMPACTO. Un mundo que ha sobrevivido a dos misteriosos ataques que han acabado con gran parte de la humanidad. La amenaza de un tercero sólo puede ser repelida por un jóven con poco caracter.

2. NERV. La humanidad confía plenamente en la ciencia. Los gobiernos se unen para utilizar la propia naturaleza de los enemigos para hacerles frente. Pero al tener tanto poder, ¿se puede caer en la tentación de darle un uso distinto?

3. EVAS. El arma con la que se hace frente a los enemigos. ¿Que ha detrás de estos “Robots”?

4. DESTRUCCIÓN. Un conflicto donde la misión es destruir a los ángeles, para salvar a la humanidad. De conseguirlo, que sucederá el día de mañana.

De la segunda parte sólo comentaremos los temas:

5. TRAUMAS.

6. CONFLICTOS.

7. INDIVIDUO.

8. APLAUSOS.

Posteriormente viene una intervención de algunos ensayos sobre Evangelion con teorías interesantes derivadas de la saga.

Al final el público podrá hacer intervenciones.

Este modelo será el que seguiremos en las siguientes sesiones.

Este martes 18 de febrero de 2016. 13:00 Hrs. Sala Fernando Benítez de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Allá en Ciudad Universitaria.


NO FALTEN!!!

domingo, 14 de febrero de 2016

¿Y la cabellera?



Por: Alberto Alejandro Meza

Ya es viernes de Lucha Libre “Fisnisterrìcolas” y aquí estoy nuevamente saludándolos y escribiendo acerca del rudo “deporte del costalazo”.
La semana pasada les comenté cómo es que surge la máscara dentro de la lucha, cómo llega a México y de que manera la adoptamos hasta convertirla en algo propio, nuestro, en un símbolo de poder y lo más preciado para muchos luchadores.
Recordemos que la máscara, tampoco es algo nuevo ni exclusivo de la lucha libre mexicana. Desde tiempo muy remotos la máscara es la representación del bien o del mal, símbolo que provoca miedo o en caso contrario veneración y admiración.

Al principio de los tiempos, el ser humano ha portado máscaras, cubre su rostro con otra imagen, con otra cara que lo transforma en otro ser, en un ente superior, mágico o fantástico o hasta maligno, con la finalidad de atemorizar a sus enemigos o estar en contacto con los dioses.
Desde hace algunas décadas, al hablar de lucha libre mexicana, inmediatamente nos viene a la mente la imagen de una máscara, en nuestro país, la máscara es un elemento fundamental y característico de nuestra lucha, no se puede hablar de luchas en México sin hacer referencia a la máscara, se ha convertido en algo muy nuestro, muy mexicano y por extraño que parezca, la máscara y los luchadores que la portaban, no surgieron en nuestro país.

Les platicaba que el primer luchador profesional enmascarado del que se tiene registro, surge en Francia en 1873, conocido “Le Lutteur Masqué”, o sea “El Luchador Enmascarado”. (Tanto pinche francés pa` la mamada de nombre).
En 1915 por fin hace su aparición el primer luchador enmascarado en los Estados Unidos, un misterioso gladiador nombrado “The Marvel Masked” (Originalidad ante todo para el nombre). Poco después se daría a conocer la identidad de éste gladiador: Mort Henderson.

Tiempo después en 1934 en México, un luchador de nombre Luis Núñez, se entera del éxito que tuvo en un principio “The Marvel Masked” y decide enmascararse haciéndose llamar “El Enmascarado” (¡Con un demonio! ¿No podían inventar otro nombre? No sè, “El Muerto”, “El Fantasma”, “El Tornado”, “El Asesino”, “El Sicario”, “El Gangster”, etc.) En fin está comprobado que para esa época no tenían imaginación para inventarse un mote de luchador.

Núñez no tiene éxito y desaparece, entonces surge “Gordon McKey”, luchador estadounidense que luchaba con el sobrenombre de “Ciclón McKey”.
En noviembre de 1934 hace su aparición con gran éxito “La Maravilla Enmascarada”. McKey, sin pensarlo resultó ser una inspiración para que los luchadores mexicanos comenzaran a enmascararse.
Es así cómo poco a poco el fenómeno de los luchadores enmascarados va desapareciendo en los Estados Unidos y en México surgen cada vez más luchadores enmascarados, les mencionaba que a la máscara se le va dando un valor simbólico demasiado grande, a tal grado que cuando una rivalidad llega al límite y dos luchadores ya no se soportan, se odian, se lastiman, se humillan, llegan a la modalidad de nuestro deporte del costalazo más importante y mórbida que existe: “Máscara contra Máscara”.
Una lucha uno contra uno a dos de tres caídas sin límite de tiempo, sin importar edad, peso, jerarquías, no importa si se es rudo o técnico o cuantos campeonatos se poseen, lo que verdaderamente importa es defender lo más preciado para un luchador en México: “La Màscara”
Para ello se requiere fuerza, condición física, amplio conocimiento del llaveo y contrallaveo y técnica, así cómo se puede recurrir a la rudeza y artimañas, pero sobre todo se necesita corazón para salir avante en una lucha tan importante.
El ganador conserva el misterio y por supuesto que el perdedor debe pagar tributo y entregar tan sagrada prenda a su verdugo, revelando su nombre real, su edad y el tiempo que tiene còmo luchador profesional. Algunos desenmascarados al mostrar su rostro siguen teniendo éxito y aceptación por parte del aficionado, algunos poco a poco son olvidados hasta desaparecer o portar otra máscara con otro nombre y otro personaje.

Bien, ya hablamos mucho del origen y del valor que tiene la máscara en nuestra lucha libre: ¿Y la cabellera?
Cómo es sabido, en un principio la mayoría de los luchadores en México no utilizaban máscara ni un equipo vistoso y colorido, sabían al ring utilizando un calzón y unas botas, por supuesto sin olvidar un cabello bien recortado y bien peinado además de un bigotito al puro estilo de Pedro Infante.

De igual manera no utilizaban un sobrenombre o un mote para darse a conocer, los luchadores de antaño usaban sus nombres reales, por ejemplo: Octavio Gaona, Merced Gómez, Firpo Segura, Daniel Aldana, Héctor López, Rolando Vera, Al Amezcua, etc.
De hecho las primeras luchas de apuestas en México ni siquiera eran de “Mascara contra Máscara”, eran de “Máscara contra Cabellera”, es decir desde los años 30`s, estos dos elementos ya se habían convertido en símbolos de poder sin que los mismos luchadores se hubiesen dado cuenta.
Una de las luchas de esa índole más recordada sucedió en 1939, cuando Octavio Gaona despojó de la “tapa” al “Murciélago Enmascarado” que resultó ser Jesús Velazquez, a quién ya les había mencionado la semana pasada.

Con el paso de los años y la evolución que va presentando la lucha libre mexicana, los encuentros por las máscaras se van convirtiendo en combates de mucha expectación y muy atractivos para los aficionados, empiezan a caer máscaras legendarias y a surgir nuevos ídolos de la afición.
Pero ¿Qué pasa con los luchadores que perdían la máscara o con los que nunca utilizaron una? Algo tenían que apostar para encumbrarse.
Se requería poner en juego algo que al perder el rival se sintiera derrotado, pero no sólo eso: Humillado.

¡Qué mejor humillación que ser rapado en público! Recuerdo que alguna vez Jesús Reyes (Máscara año 2000) declaró que es mucho más penoso y humillante ser pelado en público que despojarse de la incógnita.
Comienzan entonces los encuentros “Cabellera contra Cabellera” y aunque en ocasiones no despierta el morbo o la expectativa que genera una lucha por las máscaras, es otra modalidad de apuesta donde se defiende a toda costa el cabello, al cuál también se le esta dando el estatus de poderío (recordemos al pendejo de Sansón, que por unas nalguitas se quedó pelón, debilucho y madreado).

La lucha por las cabelleras es hasta cierto punto similar a la de mascaras, un par de cabrones ya no se aguantan, cada que se encuentran se meten unas salvajes madrinas, al grado de ya ni siquiera importarles si ganan o no la lucha, lo que interesa en ese instante es ponerle en su madre al odiado rival, lastimarlo y humillarlo, y cómo no utilizan máscara lo que queda es el folículo capilar (o sea la pinche greña) para apostar en una lucha uno contra uno, un mano a mano para definir quién es mejor.

La preparación en el gimnasio es sumamente importante, sin olvidar que se trata de luchadores profesionales, que al igual que los enmascarados son expertos en las llaves y contrallaves. Técnica y rudeza son necesarias para defender éste otro elemento tan preciado e importante en la lucha libre mexicana: “La Cabellera”.
El ganador conserva el pelo y obviamente el derrotado es rapado delante de todo el público asistente a la arena. Humillado y de hinojos el luchador que es rapado entrega un mechòn de sus cabellos al ganador, el cuál los recibe y guarda cómo trofeo que de manera simbólica se convierten en un gran logro dentro de su carrera luchìstica.

Tal vez piensen: “El pelo vuelve a crecer y ya”, pues si, pero la humillación sufrida nadie te la quita, así que al crecer el cabello se tiene la oportunidad de buscar revancha y rapar al verdugo o iniciar o buscar nuevas rivalidades para poder rapar a algún otro contrincante.
De hecho las luchas de apuestas por las máscaras o por las cabelleras son de suma importancia en nuestro país, son luchas que nos dan una identidad única a nivel mundial, por ejemplo, en Estados Unidos no hay enmascarados, y los pocos que existen son mexicanos y en teoría si no hay luchadores con máscara se debería jugar las cabelleras… pues no, no lo hacen.
En Japón si existen más enmascarados, pero es muy raro que apuesten sus “Tapas” o sus pinches greñas. De hecho los luchadores japoneses vienen a México a entrenar y a perder sus máscaras con los gladiadores nacionales.
Otra modalidad de lucha de apuesta que existe en México y que es de las primeras en surgir en los años 30`s es la lucha de “Mascara contra Cabellera”, aunque no ahondaré mucho en el tema, porque en realidad, no despierta tanta emoción cómo las anteriores y por lo general en éste tipo de combates el ganador resulta ser el luchador enmascarado.

Sin tomar en cuenta cuestiones de mercadotecnia, el verdadero éxito de la lucha libre mexicana radica en construir un estilo propio con cualidades especiales distinguibles en casi cualquier parte del mundo.
Dicho estilo de la lucha libre mexicana se distingue visualmente desde el uso de máscaras y equipos vistosos, hasta en su ejecución donde sobresalen los lances y llaveos por parte de estetas que tienen un físico desarrollado.
El luchador mexicano en general busca guardar un equilibrio entre la fuerza y la agilidad. De manera particular, la lucha libre mexicana combina el deporte con el espectáculo; la atmósfera que se crea en una arena de lucha libre permite al público transportarse al Coliseo romano y pedir combates de gran calidad.
Las características más importantes, por las cuáles la lucha libre es reconocida a nivel mundial son las máscaras y las cabelleras, esos elementos tan importantes para muchos luchadores que en realidad guardan el misterio y la fuerza mítica de la persona que se desempeña en el ring y que crea un ambiente de misticismo y enigma, dando un toque especial y emotividad a la lucha de apuestas, las cuales nacieron en México.

Como puede verse, la importancia de la lucha libre mexicana trasciende fronteras, y es a través de sus peculiaridades de estilo y creación de leyendas que ha llamado la atención, grandes figuras heroicas como el Santo o Blue Demon llevan sus símbolos hacia todas partes. El público se vuelve cómplice de sus mensajes, pues aunque en el fondo sabe que en el ring lo que se presenta es un espectáculo, el misticismo y la religiosidad del evento al cual siguen con pasión, es lo que conforma una gran realidad como industria cultural.
La lucha libre mexicana se dio como un fenómeno importado de otros países, pero que adquirió una singularidad propia debido al uso de máscaras y técnicas de combate derivados del principio de no resistencia, el cual hace posible hacer movimientos vistosos sin lastimar al contrario, pero ofreciendo un espectáculo donde se escenifica principalmente la batalla entre el bien y el mal, con la figura del técnico y rudo respectivamente.
El público acude a las arenas no con el afán de ver la destrucción de alguno de los combatientes, sino a admirar las ejecuciones que hacen los estetas y a calificar la buena realización, de acuerdo al papel que les corresponde representar dentro de todo este ritual.
Es cierto que el luchador echa mano de recursos histriónicos para convencer al público de su papel, pero también es cierto que para subirse al ring hace falta tener mucha preparación para cuidar la integridad física propia, así como la de los compañeros, por lo que el luchador es una figura bien pensada y preparada que además de cumplir con los requisitos del entrenamiento físico, se somete a la transformación simbólica a través de la máscara o la cabellera y el equipo para convencer de que no es él, sino el personaje, el luchador, el que va a combatir en el ring, a eso es a lo que se le denomina simplemente, hacer la lucha.

Por ahora me despido esperando que mi columna de éste viernes haya sido de su agrado y ahora ya sabemos porque la máscara y la cabellera son elementos tan importantes y me atrevo a decir fundamentales en nuestra lucha libre y porque los encuentros de “Màscara contra Màscara” y “Cabellera contra Cabellera” son tan electrizantes y emocionantes, ya sea para conocer un rostro o para ver a un luchador humillado y pelón.





miércoles, 10 de febrero de 2016

“The” Star Wars como una galaxia de posibilidades.



Por. José Ángel Garfias Frías.

Con toda la parafernalia de Star Wars por su mas reciente película, el mundo del comic también se vio ámpliamente surtido de obras derivadas de Star wars, creando un universo, el cual dicho sea de paso es bastante ámplio. Tan es así, que Disney al adquirir los derechos tuvo a bien, según ellos, empezar a reestablecer la línea temporal de Star Wars entre lo que es canónico y lo que la pertenece a la línea oficial; contra lo que no es.

Tras él éxito de la primer película, Una nueva esperanza, en los años setenta; casi de manera inmediata se continuó la historia de Star Wars a través del comic y se matuvo vigente por muchos años a los personajes expandiendo el universo para ver más aventuras del capitán Solo y la alianza rebelde contra el imperio; acompañando muy bien a la primer trilogía. Y en algunos casos especulando sobre lo que sucedía después del Regreso del Jedi, dejando siempre la espectativa de ver más películas de la saga. De esta forma, el aficionado ya tenía una idea más clara de cómo se desenvolvía este universo más allá de la primer trilogía, que veinte años después orilló a la segunda trilogía como precuela, y posteriormente al episodio VII.

Pero el episodio VII tenía una nueva administración y Disney quería reiniciar todo, después de todo, no tendría mucho atractivo y habría poca sorpresa al llevar a la pantalla lo que ya se había contado en comics como “Heredero del imperio” donde Luke Skywalker sigue en su labor de reestablecer la orden Jedi; así que la solución fue hacer un universo más pequeño y empezar a sacar de “lo oficial” muchas de estas historias y quedándose con lo menos posible para volver a contar otra vez.

De esta forma, el universo de Star Wars quedó fragmentado en dos grandes bloques. Lo clásico que sería tratado a partir de ahora como historias alternas “no oficiales “ se vendería bajo el sello LEGENDS y lo nuevo, entre ello, una nueva oleada de comics de Darth Vader y compañía, sería considerado LO OFICIAL, es decir, STAR WARS. En fin, destruir un universo para volverlo a contar.

Y bien, el propósito de esta intervención es comentar una de las obras que recientemente salió a la venta en México bajo el sello de Panini, una editorial transnacional que ha apoyado con muchas fuerzas el comic y manga en nuestro país. La obra en custión se titula THE STAR WARS, que agrega ese THE, al nombre final de STAR WARS y cuyo gran atractivo es que está basado en el primer guión escrito por George Lucas y que difiere bastante a la versión final que vimos en pantalla. Ëste comic trató de recrear esa primer versión imaginada por Lucas cuando estaba gestando la obra, y trató de apegarse lo mas posible a ese primer guión.

Pues bien, analizando la obra, el gran peso se centraba entre la lucha de caballeros Jedi y los Sith siempre resaltando esa dualidad; y no pesa tanto la cuestión del imperio y la alianza rebelde. Y por supuesto, los sables de luz siguen siendo el arma principal.

En cuanto a los personajes, el protagonista es Annikin, un joven aprendiz de caballero que vive con su padre Starkiller, y su hermano menor Deak en un planeta de la gaxia. Starkiller es un experimentado caballero Jedi que ha sido el orgullo de viejas batallas y está entrenando a sus hijos. Pero el ataque de un sorpresivo Sith acaba con su hijo menor, y su voluntad, por lo que ya no se siente capacitado para entrenar a su hijo, y debe llevarlo con el gran maestro Luke Skywalker.

El nombre de Annikin, se convirtió en Anakin para dar como resultado nuestro protagonista conocido que a la postre se convertiría en Darth Vader, aunque en actitud, Annikin es mas parecido al inexperimentado Luke de la saga original. Si bien la figura del padre desapareció en la versión final, el nombre de Starkiller se rescató cuando salió a la venta el videojuego de The Force Unleashed donde el protagonista era el aprendiz secreto de Darth Vader ubicado entre el episodio tres y cuatro; aunque nada que ver en personalidad. Y por último el Luke Skywalker de esta versión original sería más parecido al viejo Obi Wan de una nueva esperanza, para fungir como el mentor de Annikin.

La princesa Leia sigue siendo en esta versión una jóven con mucho caracter, no obstante su contexto es distinto, pues es hija de dos reyes y tiene dos hermanos pequeños con los que a lo largo de la historia habría que llevar y cargar. Si bien al final los hermanos desaparecieron en la versión cinematográfica, es un acierto para tener una princesa más en el papel de luchadora rebelde, que hija de reyes y hermana sobreprotectora. Esta princesa en su primera versión es una niña caprichosa y testaruda, pero conforme avanza la historia cae profundamente enamorada del joven Annikin, lo cual resulta bastante predecible y sin chiste. Por cierto, aquí no existe la restricción de casarse y tener sentimientos para los Jedi, pero si se apela por un autocontrol. La desición final de no hacer el romance entre Luke y Leia en la versión cinematográfica parece más acertada por no hacerlo tan predecible y enfocándose más en la batalla que en los sentimientos.

¿Y qué hay de Han Solo?, bueno, pues aquí resulta ser una versión fusionada entre Han Solo y Chewbaca. El capitán Solo es un mosntruo verde bastante musculosos que resulta ser un viejo conocido del maestro Luke Skywalker, tiene las habilidades de piloto, el carisma, la actitud y los músculos. Es un gran personaje que sobresale ante los demás, pero que al dividirlo en la pareja que ya conocemos dio un mejor resultado en pantalla, teniendo al Harrison Ford de personalidad tramposa y coqueta, y por otro lado a nuestro peludo amigo.

Los androides son fieles al diseño final, de C3PO y R2D2. Pero el cambio está en la personalidad de “Arturito”, pues aquí el robot habla y le contesta en tono grosero, todas las cosas que C3PO, le dice en su personlidad británica castrante. Resulta interesante ver como el R2D2 final de las películas perdió la voz, pero conserva esa misma personalidad irónica y burlona pero sin decir palabras y sólo con ruiditos.

Y bueno, finalmente en este universo Darth Vader existe como un comandante de las fuerzas oscuras, vestido de negro, pero sin la máscara, y en cambio muestra una cicatriz; y lo mas importante de todo es que no es un Sith, sino sólo un general de guerra. El villano final será interpretadpo por un Sith que se entremezcla en lo complejo de la historia.


Como puede verse, esta version primitiva de Star wars es una base de lo que a la postre conocemos, pero seguramente George Lucas y los ejecutivos de cine, tuvieron que darle muchas revisadas al guión y diseño de personajes parra traer a la pantalla un producto más accesible en cuanto a la trama, y complejidad de los personajes. De igual forma es indiscutible la labor de mercadotecnia que la película inauguró con la venta de figuras de acción y demás parafernalia, que a la postre es un modelo de comercialización del cine de Hollywood. Y esta es una probada de que el universo podría haber sido de muchas formas, infinitas son las posibilidades, pero es como es por alguna razón.  

viernes, 5 de febrero de 2016

La máscara símbolo de poder


Por: Alberto Alejandro Meza

Los saludos nuevamente con el gusto de siempre, ya es viernes y es turno del rudo deporte de las máscaras y las cabelleras.
Pues bien, en el capítulo anterior, les platiqué acerca de un importantísimo personaje, parte de la historia de nuestra lucha libre: Salvador Lutteroth González.
Ya que sin su visionaria manera de ver a las luchas cómo atracción, deporte y negocio, quién sabe que demonios hubiese pasado con éste maravilloso y duro deporte.

Huérfano desde muy joven, muchacho trabajador y hasta revolucionario, inspector de Hacienda y después desempleado, ganador de un buen varo en la Lotería y gracias a su gusto y admiración por la lucha libre, se convierte en empresario, construye la Arena Coliseo y la Arena México, abriendo así uno de los más importantes capítulos de la historia del deporte de nuestro país: Inicia la lucha libre profesional.

Pero aunque Lutteroth es el fundador de las luchas, ya he dado algunos datos de que la lucha cómo competencia y deporte ya existía en diversas partes del orbe, en distintas culturas milenarias y en tiempos remotos así cómo en México desde la época de Maximiliano (hasta a ése wey le gustaban los costalazos).
Así que vamos a lo que nos interesa: La Máscara….

Cómo preámbulo permítanme decirles, que la máscara, tampoco es algo nuevo ni exclusivo de la lucha libre mexicana. Desde tiempos muy antiguos, el ser humano ha utilizado máscaras, cubre su rostro con otra imagen, con otra cara que lo transforma en otro ser, en un ente superior, mágico o fantástico o hasta maligno, con la finalidad de atemorizar a sus enemigos o estar en contacto con los dioses.

Así es cómo los sacerdotes o hechiceros de antaño son poseídos por espíritus, ánimas, dioses o seres de otras dimensiones para hacer llover y obtener una buena cosecha o para tener una abundante caza al portar una máscara. O en casos más extremos, para sacrificar a uno que otro pendejo prisionero de guerra.

Los guerreros milenarios se vuelven aterradores y superiores, con la fuerza y ferocidad de un león, la vista de un águila, los reflejos de un gato, la agilidad de un mono o la velocidad de un cheeta al cubrir su rostro con una máscara.

El simple hecho de llevar en el rostro una máscara implica una transformación, con el paso del tiempo se confeccionan de madera, varas, piel o hasta metal. Pero siempre con un mismo fin: transformarse en otro ser.
Máscaras egipcias, fenicias, vikingas, celtas, chinas, samuráis, aztecas, etc., todas ellas diferentes, en cuanto a su fabricación, su aspecto, su uso, todas ellas fabricadas y utilizadas en distintos lugares, en distintas épocas. Es así cómo la máscara va definiendo poco a poco una nueva y poderosa representación, la cuál va siempre de la mano con el misticismo del simbolismo.

Basta con ponernos una máscara, o un simple maquillaje para experimentar convertirse en un ser diferente al que somos todos los días, no importa si tan sólo la usamos unos minutos, inmediatamente vamos frente a un espejo pa`ver cómo lucimos y sentir que el “Yo” de siempre se ha ido y que el wey que vemos frente al espejo es otro. Lo hacemos tal vez no con el fin de hacer llover o para intimidar al ejército enemigo, lo hacemos simplemente para salir de nuestra rutina y saber que se siente transformarse en un ente diferente. Precisamente eso es lo que hace mágica una máscara, la capacidad que nos permite tener una doble personalidad. (Hasta el puto Batman se tapa la cara).

Quien podría imaginar que esa prenda tan valiosa para las culturas antiguas, trascendería y no se perdería con el correr de los siglos, además de que fue adoptada por el rudo deporte del costalazo.
Y ya hablando de la lucha libre profesional en nuestro país, la máscara es un elemento fundamental y característico de nuestra lucha, no se puede hablar de luchas en México sin hacer referencia a la máscara, se ha convertido en algo muy nuestro, muy mexicano y por extraño que parezca, la máscara y los luchadores que la portaban, no surgieron en nuestro país.

Existen datos de hace un chingo de años, 1873 para ser más preciso, en Francia, en una exhibición de lucha grecorromana, apareció el primer luchador enmascarado del que se tiene registro, que se hacía llamar Le Lutteur Masqué, ¿¿¿Queee???; en español El Luchador enmascarado (¡Ah no mamen! Pero que pinche original y complejo al que se le ocurrió el nombre). Estoy de acuerdo y admito que por aquellos días no existían las máscaras de luchador cómo las conocemos actualmente, ni la gran gama de materiales, de colores y diseños, sé que debió haber sido una máscara de cuero, mal hecha y culerona, pero ¿¿¿y el nombre??? Que no la chinguen.
En fin se considera que éste Luchador Enmascarado fue de los primero deportistas que creyó en la lucha cómo competencia, deporte y espectáculo a la vez.

Ahora bien en 1878 nace en Humboldt, Iowa en Los Estados Unidos otro personaje que daría un giro a la lucha libre cómo deporte y cómo negocio: Frank Gotch.
Luchador profesional que fue una gran figura de su época, al igual que su acérrimo rival, el ruso George Hackenschmidt.
Se enfrentaron en varias ocasiones, la más recordada fue el 3 de abril de 1908, donde el ruso fue vencido por el gringo después de dos horas de un durísimo combate. Pero ¿Por qué mencionar a estos dos gladiadores que no usaban máscara? La razón es que por que ellos, así cómo algunos otros hicieron crecer a la lucha cómo negocio, cómo deporte y cómo competencia. Ya que después de ver a estos colosos, todo mundo deseba ver más combates de lucha libre.
Gotch y Hackenschmidt hicieron despertar el interés por la lucha, la hicieron grande y un poco más tarde llegaría la máscara, que aunque la portarían otros luchadores, le agregaría la magia y fantasía al deporte de las llaves y contrallaves que lo hacen único.

Otro dato interesante y poco conocido, es que el cine de luchadores tampoco se originó en México, los luchadores enmascarados llegan a la pantalla grande en el año 1914, en una película gringa llamada “The Masked Wrestler” (la misma estupidez del nombre otra vez. ¡Chingà! ¿Por qué demonios no se les ocurría otro nombre?).
El filme era de un wey de nombre E. H. Calvert y el actor Francis X. Bushman realizó el papel de un luchador enmascarado, el conflicto llega cuando el wey de la máscara tiene que llevar una doble vida, adoptar una personalidad secreta.
Entonces la actriz que hacía de novia de Bushman, dentro de la trama se enamora en secreto del luchador enmascarado, sin imaginarse siquiera que los dos son la misma persona. Medio pendejo el argumento, pero hay que entender que esta cinta fue exhibida hace poco más de 100 años.
Ya para 1915 por fin hace su aparición el primer luchador enmascarado en los Estados Unidos. Para ser más preciso ésta aparición se dio en New York, en la Manhattan Opera House… ¡Ay Wey!
Hubo un torneo donde se hicieron presentes grandes exponentes de la lucha de aquel entonces cómo Ed “Stranger” Lewis y Wladek Zbyszko (en casa de éste último no conocían las vocales) y por supuesto un misterioso enmascarado llamado “The Marvel Masked” (En fin, ya no diré nada acerca de los originales nombres). Poco después se daría a conocer que el wey de la máscara era un gladiador de nombre Mort Henderson, se cree que se encapuchó inspirándose en una novela de Archibald Clavering Gunter escrita a finales del siglo XIX titulada “That Frenchman”.

En un principio ese misterio cautivo a los aficionados, lo malo es que las nacientes empresas de lucha empezaron a “clonar” al encapuchado y empezaron a proliferar los “Marvel Masked” en los “Uniteds”. Lo anterior aburrió al público gringo y ese interés por saber quién estaba detrás de la máscara se fue perdiendo poco a poco.
Años después en 1934 en México, un luchador de nombre Luis Núñez, se entera del éxito que tuvo en un principio “The Marvel Masked” y decide enmascararse haciéndose llamar “El Enmascarado” ¡Puta madre! ¡Otra vez los nombres! Da coraje…

Pero, cómo ya les había comentado, la máscara no lo es todo, se necesita tener una doble personalidad y una gran capacidad histriónica para desarrollar un personaje arriba del encordado, y precisamente por no tener éste desenvolvimiento, Luis Núñez “El Enmascarado” no tuvo el éxito deseado y pronto desapareció de la escena luchìstica.
Así que “The Marvel Masked” llega a México, bueno, ya estaba en nuestro país, era un luchador de origen gringo de nombre “Gordon McKey”, que hasta entonces luchaba con el sobrenombre de “Ciclón McKey”, decide dejar ese nombre y cubrir su cara. La máscara de cuero que portaría McKey fue fabricada por Antonio Martínez, otro personaje muy importante dentro de la historia de la lucha libre en México.

Es así que en noviembre de 1934 hace su aparición con gran éxito “La Maravilla Enmascarada” ¡Me lleva el Demonio! ¿Desde 1873 no han podido inventar otro chingado nombre? McKey supo cómo interpretar su personaje de manera magistral e incluso nadie se imaginaba que él y “La Maravilla Enmascarada” era la misma persona. También sin imaginarlo McKey resultó ser una inspiración para que los luchadores mexicanos comenzaran a utilizar una máscara. Existen registros de mexicanos en los años 30 que ya utilizaban una máscara para luchar, por ejemplo “El Coyote” y “El Chimpancé”, de los cuáles no se tienen muchos datos. Tal vez el enmascarado mexicano que mayor éxito tuvo en esa década fue Jesús Velázquez, mejor conocido arriba del ring cómo “El Murciélago Enmascarado”. Su recia y misteriosa personalidad, así cómo sus rudezas lo hicieron un personaje misterioso y fascinante a la vez.
Es así cómo el fenómeno de los “Marvel Masked” se extingue poco a poco en los Estados Unidos y en México surgen cada vez más luchadores enmascarados y se le empieza a dar un valor simbólico muy grande a la “tapa”, a tal grado que cuando una rivalidad llega al límite y dos luchadores ya no se soportan, se odian, se lastiman, se humillan, llegan a la modalidad de nuestro deporte del costalazo más importante y mórbida que existe: “Máscara contra Máscara”.
Una lucha uno contra uno a dos de tres caídas sin límite de tiempo, donde se necesita fuerza, condición física, amplio conocimiento del llaveo y contrallaveo y técnica, así cómo se puede recurrir a la rudeza y artimañas para defender lo más preciado que posee un luchador en México: “La Máscara”
El ganador la conserva, y por supuesto que el perdedor debe pagar tributo y entregar tan sagrada prenda a su verdugo. Algunos desenmascarados al mostrar su rostro siguen teniendo éxito y aceptación por parte del aficionado, algunos poco a poco son olvidados hasta desaparecer o portar otra máscara con otro nombre y otro personaje.
De hecho en los años 30 cuando empiezan las luchas por las máscaras, se tenía la idea que los luchadores ocultaban su rostro porque tenían horribles deformidades, ya sea de nacimiento o causadas por algún accidente o porque se trataba de peligrosos criminales prófugos de la justicia.

Bien, lo anterior ha sido parte de la historia de los luchadores enmascarados, cómo llega la máscara a la lucha en México y cómo aquí la adoptamos cómo nuestra, trasformándola en un elemento fundamental y característico de nuestro deporte del costalazo. La máscara en la lucha libre mexicana no es sólo una prenda para cubrir el rostro, es un símbolo que le proporciona una identidad propia a nuestra lucha en cualquier parte del mundo. Espero mi columna haya sido de su agrado, me despido y para la próxima semana seguiremos con éste viaje a través del tiempo para platicar acerca de las grandes figuras de décadas pasadas.