Pues otra vez ando por aquí,
escribiendo acerca del rudo deporte de las máscaras y las
cabelleras. Pues bien, ya hemos platicado de porque la lucha libre
mexicana es un fenómeno cultural de gran importancia en nuestro país
y hemos explicado el porque la lucha libre es realidad y fantasía al
mismo tiempo.
Pero no siempre fue así, la lucha
libre tiene 82 años cómo deporte profesional en México, pero se
tienen registros de que ya había lucha muchos años antes, claro que
era muy diferente a lo que estamos acostumbrados, o muy diferente a
las luchas de “El Santo” y “Blue Demon”; no había un ring,
no había campeonatos, no se apreciaban luchadores enmascarados y
por lo tanto no existía el “mascara contra cabellera”, no se
podía ver a un wey volando desde la tercera, es más ni siquiera
andaba el cuate de las “¡totas, totas!” o el señor de las
chelas.
La lucha en México en el siglo XIX era
algo muy distinto, los inicios de la lucha en nuestro país también
son capítulos de nuestra historia dignos de tomarse en cuenta para
hacer una investigación mas profunda al respecto, por lo tanto los
invito a viajar al pasado y saber cómo es que la lucha llega a
nosotros y cómo al pasar de los años se va desarrollando la
construcción de este deporte como símbolo cultural mexicano y así
tener un contexto histórico temporal y simbólico de este
interesante objeto de estudio que es la lucha libre mexicana.
El encuentro gladiatorio o combate
cuerpo a cuerpo ha estado presente desde el inicio de la humanidad y
el surgimiento de las primeras civilizaciones, ya sea con la
finalidad de ganar territorio o con la intención y necesidad de
mostrar superioridad ante otros pueblos y animales. El combate del
hombre contra un semejante ha sido y será siempre una condición
humana. En otras palabras al ser humano siempre le ha gustado
agandallar o ponerle en su madre a otro cabrón con cualquier
pretexto.
El origen de la lucha libre se remonta
al siglo VIII A.C. en la Grecia antigua donde incluso el mismo Platón
la practicó en su juventud, o sea que este gran filósofo griego
cuando era chavo era madreador.
La lucha despertaba gran entusiasmo,
los gladiadores debían demostrar preparación y pasar un examen para
participar en los encuentros, luchaban desnudos (afortunadamente en
nuestros días no salen así) y untados en aceite para mostrar la
belleza y perfección del cuerpo, por lo que se les prohibía el
acceso a las mujeres. Una figura atlética, bien formada y preparada
era la condición básica.
Por el momento no ahondaré en mucha
información que existe acerca de la lucha en la Grecia antigua, hay
muchos datos y descripciones muy interesantes, no deseo saturarlos de
información, que aunque es muy importante, lo dejaré de lado por
ahora y en columnas posteriores iré explicando cómo y que tipos de
luchas existían en los tiempos de Platón.
Pues bien, esta lucha que se practicaba
en Grecia hace un chorro de años, era con el fin de agradar a los
Dioses, también tenía el objetivo de competir entre atletas y por
supuesto ser utilizada a manera de defensa personal, sobre todo por
los ejércitos, ya que si por weyes en plena batalla perdían su
espada, su lanza o escudo, los soldados tenían los conocimientos y
preparación suficientes para tronarle un brazo, una pierna o el
cuello a mano limpia a un par de pendejos enemigos antes de ser
atravesados por una espada.
Algo en común que tienen la lucha en
aquellos muy lejanos días con la lucha libre actual es que ya
existía un público que asistía a presenciar los combates.
La lucha, cómo disciplina de defensa
personal, es adoptada y fusionada con otras artes de defensa en la
antigua Roma (de ahí el nombre de grecorromana), poco a poco con el
paso de los años, muchas culturas van adoptando la lucha, pero no
cómo competencia, cómo ya lo mencionaba anteriormente, era defensa
personal, sobre todo para sus ejércitos. Incluso en nuestro país en
épocas muy distantes, los aztecas practicaban ya el encuentro
gladiatorio.
En el esplendor del Imperio Azteca,
durante los festivales en honor a Huitzilopochtli, los guerreros
mexicas celebraban maniobras y simulacros de batallas campales para
mostrar al pueblo y sus gobernantes sus habilidades y capacidades
guerreras que servían como entrenamiento además de divertir a los
espectadores. (¿Ven? También aquí ya había gente que asistía a
ver las madrinas) junto con el llamado sacrificio gladiatorio,
formaban las dos modalidades del combate cuerpo a cuerpo que
practicaron los aztecas, en esencia, se compartía el hecho de
enfrentar a los prisioneros ante rivales superiores, así como la
realización de combates del tipo de exhibiciones deportivas, las
cuales funcionaban como entrenamiento y con las que se rendía culto
a las deidades, costumbre similar a la de los griegos.
Ahora bien, la transformación
de la gladiatura de evento ritual a espectáculo deportivo adoptó
elementos de otros países, tal es el caso de un concepto fundamental
para entender el significado de la lucha libre, y este es el
principio de la no resistencia y del cuidado del otro, que se
constituyeron en uno de los pilares básicos de este deporte, los
cuales se aplican en el momento en el que el luchador se rinde, en el
instante preciso en que se encuentra la contrallave para zafarse de
su oponente, o bien cuando da la apariencia de que espera al otro y
permite todo sin meter las manos con lo que se puede pensar que el
asunto está arreglado. El principio de no resistencia implica no
utilizar la fuerza bruta que podría conducir a una fractura o
lastimadura sin sentido, la finalidad no es provocar un daño ex
profeso:
El principio de la no resistencia que
hoy se maneja, es una condición de la lucha que se remonta al pasado
japonés. Tiene sus orígenes en una técnica de combate denominada
Jiu-Jitsu, creada por los monjes Lamas para defenderse de los
asaltantes y de problemas de los caminos. El Jiu-Jitsu se basa en un
conjunto agarres del cuerpo y golpes en los que se utilizan manos,
dedos, codos y pies. Uno de sus principios básicos es el de la no
resistencia, es decir, a la fuerza no se aplica la fuerza sino la
inteligencia. Esta regla se aplica a partir de una leyenda antigua:
“Se cuenta que un monje anciano
solía entregarse a la meditación paseando por el campo, un día de
crudo invierno, en el que la nieve alcanzaba metros de altura, se dio
cuenta de que las ramas gruesas de los árboles se quebraban con el
peso de la nieve, porque oponía su propio peso y además no tenía
elasticidad como las ramas delgadas que solo se doblaban y
recuperaban su posición cuando se libraban de la nieve”.
El principio de no resistencia hace la
diferencia entre quienes practican la lucha libre y aquellos que sólo
combaten de manera violenta o a lo pendejo. Para el luchador es
importante saber aplicar una técnica, pero es aún más importante
saber recibir el castigo para no salir madreado. Por ello, la lucha
libre requiere de años de preparación para que además de evitar
las lesiones por los castigos y llaves, el combate se vea vistoso y
lucidor ante el público.
Como técnica de combate, el Jiu-Jitsu
formó parte del entrenamiento y preparación de algunos luchadores.
En su preparación, el luchador exige aprender el manejo del cuerpo,
si se lanza de las cuerdas no puede titubear, ya que una duda puede
resultar en una lesión de gravedad que lo mantenga fuera mucho
tiempo. A veces cuando algún gladiador prepara un salto desde la
tercera cuerda, cae sobre otro o parece que el oponente lo espera,
porque guardan una conciencia de dependencia y de protección mutua,
por ello tratan de amortiguar el golpe, aunque lleven las de perder.
La no resistencia y cuidado del otro, se convirtieron en el germen
del espectáculo. En otras palabras podemos definir “el principio
de la no resistencia” cómo “Flojito y cooperando”.
Pero… ¿Qué pasa en México? ¿Cómo
llega la lucha libre?
Pues bien, en tiempos de Maximiliano,
había ya exhibiciones de lucha, nada parecido a lo que conocemos,
eran exhibiciones de fuerza cómo cargar objetos muy pesados, jalar
carretas llenas de troncos o retar al público asistente, se subía
un luchador a un escenario (Muy parecido a un ring) y si alguien del
público le aguantaba determinado tiempo sin rendirse, correr o
quedar inconsciente, se ganaban un varo, o incluso los retos eran
hasta de tres espectadores contra el luchador, pero aún no se veían
encuentros entre dos luchadores.
Entonces comienza la Lucha Libre
profesional en México.
El mexicano Antonio Pérez de Prian es
reconocido como el primer luchador profesional mexicano, tras haber
sido instruido por un soldado francés (de los que venía con
Maximiliano) haría llamar El Alcides Mexicano. Su debut fue a
finales del año de 1860, en aquel entonces luchó contra un
afroamericano de nombre Henry Buckel, a quien derrotó.
Posteriormente El Alcides tendría otros rivales como un
gladiador extranjero de apellido Davis, pero únicamente en combates
de exhibición, además realizó actos de fuerza física que ya
despertaban el morbo de los aficionados.
Con el paso del tiempo, Antonio Pérez
de Prian, se dedicó a enseñar lucha grecorromana a los jóvenes
aspirantes de la época porfirista. Lo hizo en el Gimnasio Higiénico
y Medicinal ubicado en la antigua calle de San Agustín, el cual
había sido fundado por otro inmigrante francés y al parecer también
ex soldado de nombre M. Tourin. A este gimnasio se le considera como
el primer centro de enseñanza de lucha grecorromana en el país.
En 1910 se crean en México las
primeras empresas de lucha libre, que al no contar con un recinto
específico para los encuentros, se presentan en lugares como el
Teatro Principal. Los empresarios de espectáculos pronto se dan
cuenta del negocio y la incluyen como parte de los eventos o
complemento de su cartelera. Y cómo siempre el varo es lo que da la
pauta para que la lucha despertara mayor interés.
Con programas llenos de luchadores
extranjeros traen a México al Conde Koma y al japonés Satake
Nabutaka. Los choques resultan un espléndido negocio, así como
un excelente espectáculo con una impresionante respuesta por parte
del público asistente, lo que demandaba espacios para su exhibición.
Más gente querìa ver las luchas.
Es hasta 1924 que Vicente del Villar,
propietario del teatro Tívoli, inicia la construcción de una arena
de lucha en el fondo de este teatro, llamándola precisamente Arena
Tívoli, primer recinto creado para albergar encuentro de box y
lucha en México. El espectáculo ampliaba su público y poco a poco
comenzaron a surgir más arenas. En 1927 se inaugura La Degollado,
propiedad de Jammes Friten, quien para 1930 también inaugura la
Arena Nacional, en el espacio que hoy se conoce como el cine
Palacio Chino.
En el mismo año de 1930 hace su
aparición la Arena Modelo para dar función de box y lucha en
un lote baldío, pero su manteado no servía y la lluvia era
inclemente con los asistentes, por lo que fue clausurada en
septiembre de 1931.
La evolución de la lucha libre es una
mezcla de combate cuerpo a cuerpo, artes marciales y espectáculo. Es
una revoltura de lucha y combate de otros países y otros tiempos,
Grecia, Roma, Japón, Francia entre otros, aportaron algo a la lucha
en nuestro país, sin olvidar que aquí le dimos otro sentido, le
dimos un toque muy mexicano y una identidad propia que hace a nuestro
“deporte del costalazo” único a nivel mundial. Todo esto nos da
como resultado el fenómeno social que hoy en día se sigue dando en
las arenas y que se ha convertido en una gran industria.
Es por ello que el esquema planteado
por la mecánica de rudos y técnicos en la lucha libre mexicana, ha
permitido su reproducción por varias décadas sorprendiendo y
cautivando a un público que sigue sintiendo la misma emoción en los
encuentros actuales de lucha libre, así como aquellos que
presenciaron la lucha de máscaras entre el Santo y Shadow
ocurrida hace más de medio siglo, y es por ello que ha trascendido
como parte de la vida cotidiana y la cultura popular con todas sus
leyendas, mitos y héroes.
Estos son los antecedentes de cómo
llega la lucha a México, próximamente conoceremos cómo y porque
surge ese elemento tan característico de nuestra lucha: La Máscara
y por supuesto que no pude faltar un personaje fundamental en la
historia de lucha libre mexicana: Salvador Lutteroth González.
Por ahora me despido “Finisterrícolas”
Deseando que mi columna haya sido de su agrado y nos leemos la
próxima semana.
Antonio Pérez de Prian debutó en 1852 como acróbata y ya utilizaba el sobrenombre de alcides. La calle de Guatemala nunca fue la de San Agustín, formó parte de la actual calle de Tacuba, fue la primer calle trazada por los españoles unida a la legendaria e histórica calzada de Tlacopan. Jorge Gómez Garnica, comisionado de lucha libre Ciudad de Mexico.
ResponderEliminarEstimado Jorge Gómez: ¿tiene Ud. documentado eso? que debutó en 1852, ya con el nombre de Alcides, sin ser todavía luchador? En un documento que tengo, original, de 1919, se dice que Prián fue también iniciador del boxeo en México, así como fue discípulo de un francés en lucha grecorromana. Mucho le agradeceré podamos intercambiar información. jorge_chavarinm arroba hotmail.com Gracias. Saludos.
ResponderEliminarLo tengo documentado, soy autor de la columna el Fonógrafo del Ring en 1857 en duelo de Alcides se enfrentó a Maximo Urteaga, se anunció como terrible lucha, en 1858 abrió con Andres Campillo su gimnasio, lo que lo abrió con un francés y aprendió de un soldado es un mito, ya que ellos llegaron hasta 1862 y en el palacio imperial el 26 de Junio de 1865 se caso Francisco Aquiles Bazaine mariscal de Francia. En el anuncio de la apertura del gimnasio se incluía lucha y pugilato. El no fue el iniciador del boxeo en México, sin embargo si contribuyó, su servidor trabajo 30 años en el consejo mundial de boxeo.
ResponderEliminarJorge Gómez Garnica.
Muchas gracias, don Jorge. Reciba un cordial saludo.
ResponderEliminarEstimado Jorge Gómez: estoy leyendo el libro de JL Valero Meré "100 años de Lucha Libre en México", que seguramente Ud. conoce.
ResponderEliminarLo menciono porque veo que todo lo que encuentro en Internet se deriva -aún sin darle crédito- de lo que él dice desde 1977 en su libro.
Lo consulto: ¿Tiene Ud. otra fuente diferente? (periódico de la época, o libro posterior).
Por otro lado,el folleto que poseo,de 1919 "El arte del pugilato", afirma que Prián abrió su gimnasio en la calle de San Ramón (hoy Rep. de Uruguay) y no en la actual calle de Tacuba.
Me gustaría conocer su opinión, porque estoy documentando los orígenes del boxeo en México.
Muchas gracias. Saludos.
Mis fuentes son variadas, no he podido leer el libro, ya que no lo tengo, lo he buscado incluso en copias fotóstaticas. su folleto tiene datos mas antiguos las calles fueron cortas y cambian de nombre cada cuadra a la altura de esquina de correo mayor se llamó estampa de balvanera,conocida como San Ramón, por estar el famoso colegio del mismo nombre, ahí a reserva de checarlo fue cerrado en 1840. Cuando se abrió el gimnasio ese tramo ya fue San Agustín la dirección oficial en la apertura fue: tercer orden de San Agustín número 2, hoy República de Uruguay. Disculpe ya no puedo darle mas datos, una empresa cervecera tiene proyectos para efemérides e incluso un libro. Pero puede localizarme en la Comisión de Lucha Libre en Velódromo Olímpico, los martes a las 2 de la tarde.
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