domingo, 27 de marzo de 2016

Reporte de la Finisterra en el primer trimestre de 2016.



Por. José Ángel Garfias Frías


Sin darnos cuenta se han ido ya tres meses de este año 2016. Un año que comenzó con muchos contratiempos y un panorama desalentador. La situación económica y el aumento del precio de dolar ha sido el tema más alarmante, ésta alza del dólar que casi arañó los veinte pesos y que de momento se estabilizó, no sin antes haber subido los precios. De todo, desde los insumos básicos hasta los comics y videojuegos que en todas sus presentaciones se han visto en la necesidad de subir el precio. Y esto sin duda ha cambiado los planes para lo que se tenía en cuanto a ventas y nos hace ser más selectivos con lo que consumimos.

El precio del petróleo fue otro de los temás que ha puesto los pelos de punta del gobierno y a la sociedad. El resultado: recortes en el presupuesto de las áreas más prescindibles, es decir, ciencia, tecnología y cultura. De nuevo reajustes que a corto plazo no se sentirán, pero a largo plazo se verán las consecuencias. Y los proyectos en puerta puede que no se realicen.

El terrorismo, es otro de los episodios fuertes en el primer trimestre. Pero de qué alarmarse con lo que pasá en el otro lado del mundo. Si aquí ya se tiene de que hablar con las muertes cotidianas que aparecen en las contraportadas de periódicos de nota roja y que nadie reclama, la captura del Chapo, narcotráfico y otros temas de inseguridad que nos tienen ya bastante preocupados. Lo suficiente, y hay que trabajar en ello.

En este contexto, y enfocándonos en los temas de investigación de la Finisterra, se puede hablar del cine, en específico el de superhéroes, con dos películas que hasta el momento han creado ya fuertes expectativas para lo que vendrá en la materia. Deadpool que fue una representación fiel de lo que veíamos en los comics, pero sin más pretnción que eso, una buena película para un público mayor que quería ver las groserías y ocurrencias de este personaje. Y Batman contra Superman que ha creado tantas opiniones divididas, que incluso me reservaré la mía. Quedamos a la espera de Civil war y todo lo demás que viene.

En los comics y todas las publicaciones nacionales, siguen trayendo mangas las editoriales Kamite y Panini. Regresa Death Note, regresa Evangelion y traen cosas nuevas como Blue Exorcist y añoradas como Full Metal Alchemist y Sailor Moon. Los comics de Star wars, muchas cosas de Superhéroes, que en lo personal no me gustan, como el “de nuevo” número 1 de Amazing Spiderman que no convence a nadie con la idea de un Peter Parker que es un Ton y Stark de los pobres. Y quiza pensar que los Superhéroes se han ido al cine, dejando muy malas historias en el papel. A menos que la situación cambie. Ojalá que cambie.

En los videojuegos el futuro es aún más enigmático. En este primer trimestre no ha salido mucho y lo que ha salido no ha sidfo tan bueno. ¿Street Fighter V? Muy esperado, pero no convenció a muchos. Los parches ya se esperan. ¿Grandes sagas? De nuevo Gears of war 4, otro Halo, Uncharted 4, lo de siempre. Lo bueno a veces sorpende por pequeño y en lo indie, ¿y el WiiU? Ya desde hace rato se rumora su muerte, la interrogante será saber qué lo sustituirá.

Los fans se siguen manifestando en “La Mole” a pesar de los precios, y los eventos que se hacen, sigue habiendo un público cautivo en estos eventos, que al igual que los de la Frikiplaza se manifiestan religiosamente cada semana esperando nuevas experiencias, series y convivencia con otros fans de lo ñoño, lo geek y lo friki.

¿Y que hay de La Finisterra? Pues nada, en mayo ya cumpliremos un año de trabajo y el movimiento ha crecido, hemos logrado impactar a otras universidades donde saben de nuestro trabajo, en los medios ya tenemos apariciones y entrevistas y la semilla está sembrada con la idea de que hay un grupo de investigación de todos estos temas en la UNAM. Si, apesar de todo, a pesar de las crisis, los contratiempos, recortes y problemas nacionales; hoy hemos conseguido un espacio para el estudio de las industrias culturales, industrias creativas o industrias del entretenimiento, cómo se les quiera llamar, pero todos sabemos lo que hacemos en La Finisterra y lo hacemos con pasión.

El reporte de este primer trimestre debería empezar con nuestras mesas de análisis de ánime. Nuestro ciclo “Cambios en la concepción del mundo” que empezó el año pasado con el análisis de Death Note y que sobrepasó la capacidad de nuestra sede, la sala Fernando Benítez en especial con la memorable mesa de Evangelion que nos demostró que los fans de esta saga, siguen todavía atentos a un concepto que para nada ha muerto. Evangelion sigue y seguirá y nuestra mesa, así como la de Attack on Titan solo nos permitió algunos acercamientos para que el público construya su análisis e interpretación, todos igual de válidos, todos en armonía y en conjunto.

Nuestras mesas de análisis de videojuegos que comenzaron con la saga de Metal Gear han sido insuficientes. Un videojuego y más uno de este calibre no se puede analizar en tan poco tiempo. Sin embargo estas mesas nos han permitido reflexionar sobre algunos temas puestos en la mesa acerca de lo que abordan, particularmente temas béicos y un contexto muy rico e interesante que de nuevo pretende formentar la discusión en videojuegos. Pero han sido un ejercicio bastante agradable, a la par de los Gamers Club, como el de Mario Kart que tenemos vigente.

El cómic se integra de lleno este semestre en la investigación con el taller extracurricular de narrativa gráfica que imparte Mario González Nájera en la Facultad. Y ni que decir con la conferencia del 31 de marzo donde discutiremos los pormenores del comic en esta era digital.

La lucha libre es uno de los temas pendientes en lo que prometimos en la Finisterra, y ya estamos trabajando en eso. En menos de lo pensado, tendremos un gran evento el siguiente semestre y los trabajos en la materia aumentarán considerablemente.

El resto de lo que viene es terminar este ciclo de mesas de análisis de ánime, recuerden que nuestra siguiente mesa es la de Macross el día viernes 15 de abril a las 17:00 hrs. Ahí votaremos por el próximo ciclo de mesas de análisis de ánime, ¿por quién votarán ustedes? No falten ese día para que vean las propuestas y voten. Terminaremos las mesas de análisis de Metal Gear, espero que ya hayan acabado The Phantom Pain para no spoilerear ese día. Y no olviden el magno evento, el día de Gokú el 12 de mayo en el Flores Magón como festejo del aniversario de La Finisterra.

¿Cómo hacer frente a lo que resta del año? La verdad no hay una propuesta para cómo hacerlo, la situación se puede empeorar, pero tengamos fe siempre en que se puede mejorar y debe hacerlo, si no, por las condiciones macroeconómicas y globales que a veces están fuera de nuestro alacance, que lo hagan por nuestro aporte diario a lo que nos gusta y amamos.

Todo el Grupo de investigación de LA Finisterra, y yo, estamos comprometidos por investigar, publicar, divulgar el área en la que estamos encomendados. Esperamos que nos puedan seguir, y vamos para adelante. Un trimestre se nos ha ido y lo mejor esta por venir.



sábado, 26 de marzo de 2016

La lucha libre mexicana y la lucha libre en el mundo.


Por; Alberto Alejandro Meza




¡Al fin es viernes! ¡Y al fin hoy toca lucha libre!

Ya les he contado muchos aspectos históricos y culturales acerca de la lucha libre en México, el surgimiento de la máscara y cómo se ha transformado en un símbolo de poder y en un elemento fundamental para el desarrollo de nuestro deporte del costalazo.

Pero… ¿Solamente hay lucha libre en México?

Se dice que la lucha libre mexicana es la mejor del mundo, ¡A huevo!

Pareciera de entrada muy soberbia la afirmación, sin embargo, mucho se ha especulado acerca de este tema, porque hay que tomar en cuenta que no solo en nuestra nación se practica la lucha libre profesional, puesto que en más lugares alrededor del mundo hay empresas de lucha libre que la viven también de manera especial. Tal es el caso de Estados Unidos y Japón, que con sus propias empresas y trayectorias han consolidado la necesidad de crear escenarios para el enfrentamiento de gladiadores y apreciar las madrizas que se ponen.

Sin tomar en cuenta cuestiones de mercadotecnia, el verdadero éxito de la lucha libre mexicana radica en construir un estilo propio con cualidades especiales distinguibles en casi cualquier parte del mundo.

Les comentaba en columnas pasadas que dicho estilo de la lucha libre mexicana se distingue visualmente desde el uso de máscaras y equipos vistosos, hasta en su ejecución donde sobresalen los lances y llaveos por parte de estetas que tienen un físico desarrollado pero no al grado de los fisicoculturistas que hay en Estados Unidos o los bajitos y muy ágiles japoneses. El luchador mexicano en general busca guardar un equilibrio entre la fuerza y la agilidad.

La lucha libre de México es considerada la mejor en cuanto a la preparación de los estetas puesto que los propios gladiadores de otras naciones vienen a entrenar en los gimnasios mexicanos donde se forman las estrellas nacionales para después llevar ese conocimiento a sus lugares de origen y empresas. Dicho esquema se ha dado por ejemplo, con los casos de Chris Benoit, canadiense que luchó en los 80`s aquí en México enmascarado bajo el nombre de Pegassus Kid. Perdió la tapa a manos del Villano III en una épica batalla, se pusieron una putiza de aquellas que dejó asombrados y más que satisfechos a los aficionados que tuvieron la oportunidad de ver ese combate. Después del éxito obtenido en México, Benoit se integra a empresas de lucha en Estados Unidos, con una técnica más depurada y un mayor conocimiento de las llaves y contrallaves; ¿y donde aprendió? ¡Pues en México chigà!

También tenemos el caso el caso de Lyger, un luchador japonés que entrenó en territorio nacional para sobresalir en las empresas luchísticas de Japón. Cabe destacar que Lyger es un cabròn de un calibre comparable al primer Tiger Mask (Satoru Sayama), o sea que es un chingòn.

De manera particular, la lucha libre mexicana combina el deporte con el espectáculo; la atmósfera que se crea en una arena de lucha libre permite al público transportarse a otra dimensión y pedir combates de gran calidad entre dioses, guerreros, seres de ultratumba o entes celestiales. Esa magia y ese misticismo son clave para que la lucha libre en México esté vigente hasta nuestros días después de décadas de haberse iniciado.

Cómo ya es sabido, una de las características importantes, si no es la que más y por lo cuál la lucha libre es reconocida a nivel mundial es la máscara, esa prenda tan importante para muchos luchadores que en realidad guarda el misterio de la persona que se desempeña arriba el ring y que crea un ambiente de misticismo y enigma, dando un toque especial y emotividad a la lucha de apuestas, las cuales nacieron en México.

Les platicaba que en un principio los luchadores de antaño subían al encordado portando solamente un calzón y unas botas, casi no habían enmascarados y no traían una pinche melenota cómo la de El Rey León, traían el cabello muy bien recortadito y engomado y en su mayoría un bigotito mamòn al puro estilo de Pedro Infante, además que no usaban un mote o apodo, sólo utilizaban sus nombres verdaderos para presentarse, por ejemplo: Octavio Gaona, Merced Gómez, Luis Núñez, Firpo Segura, Daniel Aldana, Rolando Vera, Héctor López, Al Amezcua, etc.

Poco a poco se fue gestando una parafernalia que convirtió a la lucha libre mexicana en un mundo mágico y misterioso que dio paso a la transformación. El nombre de batalla originó la aparición de personajes en los encordados y a la existencia de dos personalidades que conviven en un solo ser humano, las cuales son mediadas por la máscara, la cabellera y el equipo (se denomina equipo al juego de botas, mallas, máscara, butargas, muñequeras, y otros accesorios que el luchador usa para representar a su personaje).

Otro factor extra para que la lucha libre mexicana sea única y diferente a las demás, son la infinidad de llaves y castigos que se ejecutan y que en la mayoría de las veces han sido inventados por los mismos luchadores mexicanos, (Chingones los mexicanos ¿A poco no?) el ingenio y la vistosidad se hacen presentes en cada encordado cuando los gladiadores nacionales hacen gala del conocimiento en el arte del pancracioy sobre todo porque cada llave, cada castigo, cada vuelo, cada lance, ha ido evolucionando a través de los años pero sin perder la esencia de la lucha libre tradicional.

El público de la lucha libre mexicana es muy pinche escandaloso y grita para celebrar o censurar lo que los gladiadores hacen en el ring, no hay movimiento o maniobra que no sea señalada por el público, e inclusive el luchador rudo puede encarar e insultar al público, a cambio recibe una lluvia de mentadas de madre, que lejos de ser una ofensa para el luchador rufián, son un premio y un halago a su malvado desempeño.

En cambio el luchador técnico apela por el apoyo del respetable, por lo aplausos y las ovaciones. Lo cierto es que en la lucha hay público variado en cuanto a sexos y edades, los cuáles conviven durante el desarrollo de cada función.
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De igual manera que los luchadores extranjeros vienen a entrenar a México, muchos mexicanos son requeridos en Estados Unidos y sobre todo en Japón para dar cátedra de sus conocimientos y algunos se han llegado a convertir en verdaderos ídolos en estos países, ejemplos claros de mexicanos exitosos en el extranjero son: Eddie Guerrero y Rey Misterio Jr. en Estados Unidos y Mil Máscaras en Japón. Muchos guerreros nacionales van de gira con mucha frecuencia.

Existen diferencias en los estilos de lucha entre México, Estados Unidos y Japón.

Por ejemplo, en la lucha estadounidense, el show predomina sobre la lucha. Para muchos observadores parece que nada más le hacen a la mamada o solamente es una telenovela lo que acontece arriba y abajo del encordado, al fin y al cabo es cuestión de
gustos y de credibilidad y a quién le guste y crea en lo que mira lo verá y quién no, pues no y ya, así de sencillo.

La empresa más importante es la World Wrestling Entertainment, Inc. (WWE), la cual más que una empresa de lucha libre profesional es todo un grupo multimedia que con base en el negocio de la lucha libre, crea un sinfín de productos para el consumo en televisión, Internet, cine, videojuegos, licencias para el desarrollo de productos y otras industrias del espectáculo, es por ende, un negocio de carácter global con gran aceptación. En fin, el varo es el varo.

La base es la música, luces, fuegos pirotécnicos, y los retos que se dan ante el micrófono, los cuales forman parte de este estilo muy particular. En lo personal a mí no me agradan esos retos vía micrófono, si se caen mal y se detestan, no se reten, limítense a romperse su madre y ya.

También cabe señalar que dentro de su reglamento no esta permitido el uso de objetos a manera de arma para madrear, lastimar y mermar al contrincante como: sillas, mesas, tablas, escaleras, etc, aunque existen funciones donde se autoriza el uso de dichos artefactos para meterse una buena putiza. 

Aquí no hace falta la técnica o saber llavear, con que tengas una silla para darle una madrina al rival es más que suficiente.

Los lances y las llaves no son tan vistosos ni espectaculares debido a la constitución física de los luchadores, la mayor parte de ellos son cabrones que miden cerca de dos metros y pesan más de 120 kilos, lo que en ocasiones les impide ser rápidos y espectaculares. La lucha libre de los Estados Unidos se basa principalmente en la fuerza bruta y el manoteo, y es denominada Wrestling Norteamericano.

Es por ello que los luchadores mexicanos tienen tanto éxito en este país a pesar de ser de talla menor, puesto que la técnica, la agilidad y la velocidad son sus principales armas.

También hay que destacar que en la lucha gringa casi no hay luchadores enmascarados, los pocos que utilizan una tapa, son mexicanos y ya les había comentado que si los gladiadores estadounidenses no portan una máscara, en teoría deberían jugarse las cabelleras en una lucha de apuestas, pero no hacen. Solamente toman un micrófono platican mucho tiempo en vez de ponerse en su madre, manotean y ya. Pero sin luchas de apuestas de por medio.

La WWE ha sabido hacer un gran negocio con estrategias como la creación de sub empresas para crear rivalidades entre luchadores, tal es el caso de Smackdown y RAW que se integraron hace no mucho tiempo a las transmisiones para televisión abierta en Mèxico en TV Azteca y Televisa respectivamente, así mismo, WWE también maneja la ECW (Extreme Championship Wrestling), como una modalidad de lucha extrema.

Si bien la calidad de los luchadores mexicanos es demandada en Estados Unidos, puesto que cada vez más estetas emigran a dicha empresa, la lucha libre mexicana y en especial el CMLL y AAA han buscado el modelo de comercialización estadounidense para distribuir productos mediáticos y con licencia, pero sin duda con mucho menor participación en el mercado y con mas desorden y menos éxito que la empresa estadounidense.

Finalmente con respecto a la lucha de Estados Unidos baste señalar que hay otras empresas como TNA (Total Non Stop Action) que tratan de hacer competencia a WWE, e inclusive el CMLL ha tenido tratos con la TNA para el intercambio de luchadores y ofrecer variantes de espectáculo en ambos países.

Ahora bien, con respecto a la lucha japonesa hay que mencionar que es muy espectacular, predominan los lances, las acrobacias y las maromas dentro y fuera del ring, podemos ver a algunos cabrones japoneses realizar lances verdaderamente suicidas, que donde les falle por un centímetro quedarían inválidos o se matan los cabrones, la velocidad también es un factor de suma importancia en el país de oriente, ya que los nipones son de una constitución física que va de pequeña a mediana y la mayoría son delgados y ligeros, lo que les facilita esa espectacularidad.

En Japón hay más enmascarados que en los Estados Unidos, lo que nos haría pensar que en la tierra del Sol Naciente si se juegan la máscara, pero ¿Qué creen? Tampoco lo hacen, llega a suceder, pero en contadas ocasiones y esas luchas no despiertan tanta expectativa cómo en nuestro país.

Y bien, los luchadores japoneses podrán ser muy chingones para las maromas y los lances suicidas, pero algo de lo que carecen, es de la técnica que tienen los mexicanos para le ejecución de llaves y castigos a ras de lona; “La Tapatía”, “La de a Caballo”, “La Cavernaria”, “La Rana”, “La Huracarrana”, “La Lanza”, “El Nudo Lagunero”, “La Casita”, “La Mecedora”, “La Campana”, “El Tirabuzón”, “La Cerrajera”,etc., son solo unas cuantas llaves de la infinidad que se aplican en la lucha libre mexicana y que los japoneses no lo hacen y aunque en el país del sushi tratan de innovar en ese aspecto, las llaves y castigos hechos en México siguen siendo los más chingones y los más letales.

La lucha libre en Japón ha tenido una penetración muy particular con la empresa New Japan Pro-Wrestling (NJPW), fundada en 1972 por Antonio Inoki, luchador que ha tenido gran relación con México y que se ha asociado con empresas estadounidenses y mexicanas para llevar los mejores exponentes al país del Sol Naciente a otras regiones, éste es el caso el legendario Tiger Mask, quién luchó en México y Estados Unidos.

Una de las máximas figuras mexicanas reconocida en Japón es Mil Máscaras, quien ha realizado muchos viajes y es considerado el mejor luchador mexicano.
También existe lucha libre profesional en otros países, pero sólo hago la comparación con los Estados Unidos y Japón ya que es donde las luchas tienen un mayor arraigo.

La lucha libre mexicana entonces, se distingue de las demás en primera instancia por el uso y el gran valor que se le da a la máscara y a la cabellera (sobre todo a la “tapa”), y en segundo plano por la gran variedad de llaves, contrallaves, lances y castigos que abundan en nuestro deporte del costalazo.
Tanto así que los gladiadores extranjeros vienen a nuestro país a aprender y a depurar su técnica y después se llevan ese conocimiento adquirido a otras regiones del mundo.

La combinación de deporte, espectáculo, llaves, contrallaves, retos, lances suicidas, castigos, rivalidades, máscaras, cabelleras, técnica, rudeza, y muchos elementos más hacen a la lucha libre mexicana la mejor del mundo.

Nos vemos la siguiente semana.


Antonio Martínez: El fabricante de máscaras



Por: Alberto Alejandro Meza.


Los saludo nuevamente, ya es viernes otra vez y cómo ya es costumbre les escribo algunas líneas acerca de nuestro recio deporte de las máscaras y cabelleras.
Ya les he platicado el porque la lucha libre mexicana posee misticismo y magia, cómo y porque desde hace décadas el luchador mexicano se ha convertido en un ser mítico y poderoso.
Un punto que hay que destacar es el siguiente: El que la lucha libre en México lleve vigente más de ocho décadas, se debe al proceso de valoración que la gente le ha dado a través de los años. Los aficionados de ayer y hoy proporcionan a la lucha libre un valor simbólico tan grande, que en la actualidad es uno de los deportes más importantes y populares y que cuenta con un gran número de seguidores.
La lucha libre mexicana independientemente de ser un deporte, un negocio y un espectáculo, desde que existe es simple y llanamente la representación de la eterna lucha entre el bien y el mal, representación que se menciona desde tiempos muy remotos en las culturas milenarias, (desde hace un chingo de años, Dioses y Demonios ya de detestaban y se ponían en su madre) y eso la hace diferente a otros deportes e incluso a otras luchas alrededor del mundo. En nuestro país desde los años 30`s, y hasta nuestros días, el luchador debe de tener una doble personalidad y hasta una gran capacidad histriónica para interpretar un personaje arriba del encordado.
La lucha libre mexicana es entonces realidad y fantasía al mismo tiempo. La preparación, el entrenamiento, los golpes, las llaves, las rivalidades, son totalmente verdaderas, (y vaya que todo es real, yo entrené algún tiempo y te paran unas buenas madrinas) al fin y al cabo es una competencia donde el objetivo es ser mejor que el otro y derrotarlo basándose en los conocimientos luchìsticos adquiridos durante los años de gimnasio, además de las malas mañas y las marrullerías que se van aprendiendo sobre la marcha.
La fantasía surge cuando uno acude a una arena y se transporta a otra dimensión, las máscaras y cabelleras se hacen presentes, dioses, seres mitológicos, criaturas de ultratumba, entes celestiales, personajes históricos, animales y fuerzas de la naturaleza se enfrentan entre sí para ser el mejor y obtener la supremacía;
he ahí el lado fantástico y único de la lucha libre mexicana.
Ahora bien, no importa si se es rudo o técnico, no importa si se usa una máscara o se porta una gran melena, lo verdaderamente importante es estar bien entrenado y ser un atleta, un luchador completo con los conocimientos suficientes para dar un excelente combate…
Pero a pesar de que el entrenamiento y el perfeccionamiento de la técnica luchìstica es sumamente importante, lo indispensable para ser un buen luchador es precisamente desarrollar un personaje arriba del cuadrilátero.
Porque si nadie cree en el personaje el luchador ésta jodido, mejor que se dedique a vender tacos o a manejar un puto micro.
Para ser luchador debes ser amado u odiado, pero nunca ignorado.
Si el luchador técnico se lleva las porras y los aplausos, está realizando bien su chamba y desempeñando un excelente personaje que representa la bondad, la justicia y el heroísmo, con lo que se irá convirtiendo en un ídolo de las multitudes.
Si el luchador es rudo y es tramposo, montonero, manchado, culero, desquiciante y el público asistente a la arena lo llena de majaderías y mentadas de madre a cada rato. ¿Qué significa esto? Pues que el rudo también está haciendo de maravilla su trabajo y su personaje será entonces conocido cómo villano, mal nacido e hijo de puta.
En lo personal a mi me agradan un chingo ese tipo de luchadores rudos, cómo El Cavernario Galindo, El Espanto I, El Perro Aguayo (No sé demonios hacía de técnico un wey de ese calibre) Cien Caras, El Último Guerrero y hasta el mismo Atlantis, que cómo rudo de verdad que era desquiciante el cabròn.
Y aunque en la mayoría de los casos las mentadas se las llevan los rudos por tramposos, también han existido grandes rudos que han sido ovacionados por su quehacer luchìstico y por sus artimañas.
Les platicaba de la importancia y el valor simbólico que se le ha dado a través de los años a la máscara y a la caballera, tal vez un poco más a la “tapa”, y les contaba donde y cómo surge y cómo es que llega a nuestro país y la adoptamos cómo propia hasta convertirse en un elemento fundamental en nuestra lucha libre, cómo es que se apuesta y cómo es que se vuelve un símbolo distintivo del luchador mexicano alrededor del mundo.
Pero… ¿Quién hacía las máscaras? ¿Las hacían ellos mismos? ¿Las pedían por catalogo? ¿Las compraban en el Walmar? ¿Venían en las cajas de Zucaritas? ¿O las cambiaban por 3 tapa-roscas?
Pues no, aquí es donde hace su aparición otro personaje muy importante dentro de la historia de la lucha libre mexicana:
Antonio Humberto Martínez
Se tiene el dato de que Antonio, llega al entonces denominado Distrito Federal por allá del año 1928, era un chamaco de 16 años de edad. Venía del Estado de Guanajuato, de la ciudad de León para ser más preciso y cómo mucha gente proveniente de provincia, acudía a la cada vez más grande capital del país para probar suerte y hacer fortuna.
De oficio zapatero, Antonio tenía un amplio conocimiento en el entonces negocio del calzado, pero no tenía los medios y por ende carecía del varo necesario para poner un negocio propio.
Así que cómo muchos otros, entró a chambear en un taller de zapatos no muy grande yu después en una fábrica textil. Le chingò bastante con el afán de subir y no ser siempre un simple obrero, lo cuál logro y después de un tiempo y gracias a su buen desempeño llegó a ocupar el cargo de Secretario General del Sindicato de la fábrica para la cuál laboraba. (Grillo el Sr. Martínez).
En ese cargo no duró mucho tiempo ya que a él le interesaba el bienestar de los trabajadores, así que consolidó un sindicato independiente y éste acto hizo que los
dueños de la empresa se encabronaran y despidieran, eso si, no sin antes darle algo de varo cómo liquidación y en efectivo.
La marmaja que recibió no era mucha en realidad y decide seguir en el ámbito del calzado y por fin abre su propio negocio llamado “Zapatería Martínez” en la colonia Santa María la Redonda, cerca de una Arena de lucha Libre conocida còmo La Arena Libertad (que en nuestros días ya no existe).
Pero Antonio, no fabricaba zapatos para un uso cotidiano, se especializó para hacer calzado para practicar box, futbol soccer y ciclismo.
Y bueno, teniendo el changarro cerca de la arena, fue inevitable que Antonio acudiera a ver las luchas, y aunque en su mayoría participaban luchadores foráneos, el entretenimiento y el gusto por el deporte del costalazo ya existía.
Entre los pocos luchadores mexicanos que se presentaban en la Arena Libertad, estaba “El Charro Aguayo” (Francisco Aguayo Escoboza) a quién Antonio Martínez apoyaba y seguía.
De algún modo Antonio y el “Charro” se hicieron cuates y al enterarse que Antonio se dedicaba a la fabricación de calzado deportivo le pidió que le hiciera unas botas especialmente para luchar, ya que en ese entonces “El Charro” subía al ring con unas chingadas botas de boxeador.
El calzado de pugilista era muy blando, corto y ajustado, con una suela muy delgada para aguantar el brincar de puntitas durante varios rounds.
Guiado por Aguayo, Antonio comenzó a confeccionar el calzado ideal para desempeñar la lucha libre. Después de varios intentos fallidos las botas para luchar eran una realidad: Se ajustaban de manera natural al pié y la pierna, anchas, largas, con un material más grueso y resistente para evitar madrearse los tobillos y amortiguar los madrazos en la columna vertebral en cada lance o caída.
El Charro” quedó satisfecho con nuevas botas y mandó a hacer más pares, para luego recomendar al fabricante y es así cómo Antonio empieza a tener un chingo de trabajo y harto varo haciendo botas de luchador, mandando al carajo el calzado para el box y el fut.
Pero eso no fue todo, el mismo Antonio no sabía lo que el destino le tenía preparado, sin saberlo el se convertiría en un personaje muy importante en la historia de nuestra lucha.
Cierto día “El Charro Aguayo” acudió con Antonio a su negocio a pedirle otras botas, pero no iba solo, iba en compañía de un valedor suyo, un luchador gringo de nombre Gordon McKey ¿Lo recuerdan? Si han dado seguimiento a mis columnas seguro se acordarán.
McKey no iba a comprar botas, le pidió a Antonio que le fabricara una máscara, una máscara que cubriera totalmente su rostro, que se ajustara perfectamente a su cabeza y que fuera difícil de quitar, pero cómoda para luchar.
Antonio aceptó el reto y le tomó varias medidas al rostro del luchador extranjero.
A pesar de no contar con los materiales que existen hoy en día, Antonio realizó un espléndido trabajo (cabe destacar que esa primera máscara fue confeccionada con materiales para hacer zapatos, por lo cuál considero que se le debe dar más mérito aún).
También hay que considerar que al fabricarse con materiales difíciles de manejar, la máscara del McKey no era ni muy vistosa, ni muy colorida, pero gracias a ésta “tapa”,
el luchador norteamericano debuta enmascarado en noviembre de 1934 y hace su aparición con gran éxito con el mote de “La Maravilla Enmascarada”
Portando la máscara que Antonio Martínez confeccionó.
McKey le solicitó al ahora mascarero que le fabricara más para tener de repuesto y no sólo él, pronto Martínez adquiere fama cómo fabricante de máscaras y pronto le comienzan a caer nuevos clientes.
Figuras de la época acudían a él para que les hiciera sus “tapas”, luchadores cómo: “El Enfermero”, “El Médico Asesino”, El Gladiador” entre otros ocultaban sus rostros con máscaras hechas por Antonio Humberto Martínez.
Con el paso de los años, Víctor Martínez, hijo de Antonio, preservaría la tradición de ser mascarero, el nombre y el negocio que su padre empezó hace décadas ahora son suyos, de hecho tiene su local muy cerca de la Arena México, donde podemos apreciar la primera máscara que su padre confeccionó y algunas “tapas” legendarias, cómo la de “Atlantis”, “Huracán Ramírez” “El Matemático” “Súper Astro” entre muchos otros.
El posee ahora el secreto de cómo fabricar máscaras, pero lo más importante, continúa con el legado de Antonio Martínez: “El fabricante de máscaras”.
Pues bien, por hoy concluyo mi columna con éste importante personaje de la lucha libre mexicana, porque ya les había platicado mucho de la máscara en México, pero no de quién la fabricó por primera vez en nuestro país.
Deseo les haya gustado y nos leemos la próxima semana conociendo más datos, nombres y hazañas del rudo “deporte del costalazo”.